Zapatos sin zapateros

Hoy escribo poco antes del cierre de los colegios electorales en esta inusual cita veraniega con las urnas. Ha sido una campaña con más insultos que argumentos porque generalmente ya sabemos en qué acaban las promesas. Pero ¡qué digo! si en realidad las campañas no cesan y las legislaturas no son sino una secuencia tras otra de propaganda, doctrina y ninguna gestión.

¡Tranquilos!, no se exalten que, aunque no se lo parezca, hablo de deporte sin salirme de los mandamientos de este blog. Si, del deporte como recomendable actividad física y mental, capaz de ensalzar valores como la educación, la generosidad, gallardía, respeto al contrincante, competencia leal o la superación del individuo sobre si mismo tanto en términos colectivos como personales e intransferibles.

En este punto no solo me sorprende, sino que me irrita, comprobar año tras año que tan importante materia, sea profesional o amateur, infantil, junior o senior, masculina o femenina, caiga como complemento de cualquier ministerio o consellería, a veces sin relación, y a cargo de un político más, alguien recaído en alguna lista, ya no sin experiencia, sino tampoco conocimientos para dirigir la cartera que se le encomienda.

Ahora que, según dicen, l’Ajuntament de Palma se plantea la construcción de un nuevo pabellón municipal para dar cabida y comodidad, a los cinco equipos, ¡ojo! profesionales o semi, que usan el de Son Moix, me pregunto qué, cuándo, quién y cómo ha desarrrollado algún estudio al respecto. Y no sólo eso. He comprobado desde hace años e independientemente del color gobernante en Cort, la imposición del concejal de turno, el gerente amigo, por encima de los criterios de magníficos profesionales. Obviaré nombres para no ofender, pero no olvido que al frente del Palau o el Palma Arena han desfilado transportistas, abogados, decoradores, empleados de banca, taxistas, militares y hasta un «no sé qué» junto a toda suerte de profesionales de respetables oficios, no digo que no, para gestionar dinero público, plan director, necesidades y urgencias, de un sector ajeno a sus títulos y conocimientos, mientras los técnicos cualificados fueron ignorados.

Desconozco si tras los últimos cambios institucionales algo de eso ha cambiado. ¡Ojalá!.