Zubizarreta da en el clavo

España, la Selección, empata de milagro con Suiza, Sergio Ramos falla dos penaltis y casi la envían a disputar un torneo de consolación. Cuatro días después le mete seis a Alemania, Luis Enrique es elevado a los altares y poco menos que ya se ha proclamado de nuevo campeona de la Eurocopa y del Mundial de Quatar. Así nos las gastamos por estos pagos en materia de información deportiva y lanzamientos de satélites al espacio sideral.

Pero me quedo con el artículo de Zubizarreta publicado en El Pais hace una semana, antes de que Neuer, el mejor portero del mundo, encajara la peor goleada de su vida, humillante sin género de duda. Un texto premonitorio que leí ayer con la sana envidia de quien siendo futbolista supera al informador y este, o sea yo, en cambio no tiene la menor idea de fútbol.

No me apropiaré del concepto, ni desvelaré los recursos de su continente pero si me alineo con quienes piensan que el fútbol sin público no es nada y que esas competiciones encajadas en un calendario imposible para producir ingresos a federaciones, confederaciones y demás asociaciones cuyo único objetivo es aprovechar el esfuerzo de los demás para su propio lucro, han de desaparecer de una vez por todas porque no hay futbolista que pueda aguantar este ritmo, ni aficionado capaz de empacharse e incluso embobarse, con tamaña invasión de verbenas televisadas.