Business is business

El rumor ha dejado de ser la antesala de la noticia, ahora es el salón del chismorreo. A ello contribuyen generosamente las redes sociales, también fuente de no pocos medios tanto escritos como audiovisuales, desde que el móvil ocupa en el cuarto de baño el rol asignado hasta hace unos años a los periódicos de papel. Así que antes de descubrir si el sonido que llega del río se debe a su caudal, más vale verificar si más si es simple arroyo en trance de sequía porque las redacciones son terreno abonado para los gabinetes de prensa y/o comunicación, cuando no publicidad, donde la información fidedigna y ajena a los rumores llega tarde, reconstruida y ligada a la opinión.

Precisamente por eso la batalla periodística por le exclusiva de una entrevista o la primicia de un fichaje ya no existe. Da igual, en este caso, si el Mallorca ha firmado a Augustinsson y a Dennis, nombres que no han aparecido en las quinielas. Lo importante sería, si acaso, despreciar la información oficial y profundizar en las trayectorias de ambos, o de los que estén por venir, para ofrecer los mejores datos porque ser el primero ya no es trascendente.

Valga la exposición para envolver para regalo la tormenta en vaso de agua generada por la salida de Kang-in Lee. La afición se engaña a si misma al empeñarse en vincular los servicios a los que un contrato obliga a los jugadores, con sentimientos ajenos a la rúbrica. Sobre todo sin tener en cuenta que hasta chavales de categoría alevín ya tienen representante o intermediario, ya no digamos los profesionales. Y en cada movimiento, transferencia de un club a otro, se desprende dinero en comisiones y otras hierbas, que de eso viven los agentes, más allá del lógico deseo de sus representados de ganar más.

Recuerdo aquella gran película, «La leyenda de la Ciudad sin Nombre» de Joshua Logan, con Lee Marvin, Clint Eastwood y Jean Seberg, donde los protagonistas idean un negocio más lucrativo que la propia búsqueda de las pepitas. Lo que hacen es abrir un túnel debajo del suelo de la cantina por cuyas rendijas cae el polvillo del oro que los afortunados han recogido y celebran despreciando las migajas que no son tales sino una verdadera fortuna que se escurre bajo tierra. Esto lo sabían en el lejano Oeste, lo conocen en Corea del Sur y en el rincón más recóndito del planeta.

Ya lo decía Maheta Molango: «business is business».