Cambios en la Copa del Rey

Ya sabéis que no siento la menor devoción por la Copa del Rey de fútbol, una competición absurda de premio poco atractivo y organizada en pro de los clubs más poderosos económicamente hablando. Los modestos participan como comparsas bajo el dudoso estímulo de una recaudación extraordinaria en caso de que, superadas las primeras rondas, tenga le enorme suerte de recibir la visita del Real Madrid, el Barça y pocos más.

Leo con satisfacción que el presidente de la Federación Española de Fútbol quiere proponer a la Asamblea del próximo mes de julio un cambio de normas: regresar al partido único y terminar con una «final four». Sin embargo en el camino hay otros problemas, como por ejemplo si todos los clubs entran en el bombo desde el principio sin ningún tipo de privilegio para los equipos que compiten en Europa o, en caso de tenerlo, a partir de qué ronda entrarían y a partir de qué nivel habría doble eliminatoria. Y todo eso no es tan sencillo porque sin la menor duda contará con la oposición del poder de facto dentro de la Liga de Fútbol Profesional.

Se trata de un asunto complejo ya no por las dificultades que entraña, sino por aplicar al máximo un reglamento que potencie la igualdad entre los equipos participantes y no, tal cual sucede ahora, imponga claras ventajas para los peces gordos frente a los chicos.