Cambios para que nada cambie

Creo que los miembros de la IFAB, International Foutball Association Board, en teoría los vigilantes de las reglas aplicables al juego y sus modificaciones hacen como los políticos que se inventan normas inservibles o innecesarias para hacernos creer que trabajan.

Podría advertir a los lectores de este blog o a los aficionados en general que se preparen para los cambios que vienen y se aplicarán después de la Eurocopa en todas las ligas domésticas que digan amén. Pero no hace falta, finalmente a quién le importa que el portero pueda retener el balón dos segundos más, un-dos-sus-, antes de ponerlo en movimiento.

En realidad tampoco creo que nadie proteste porque en los penaltis la pelota no deba tocar el punto fatídico, sino colocarse en su mismo centro o, para los corners, en contacto con el centro del arco de circunferencia que señala la esquina.

De la comedia de las manos en el área, nada. Solo que no supondrán expulsión, sino solo tarjeta amarilla. Y, eso si, se mantiene la regla en cuanto a dirigirse al árbitro o pedir explicaciones, ya que solamente podrá hacerlo el capitán. Me pregunto cuántas tarjetas le van a mostrar a Vinicius en España por idéntica causa. Pobre del árbitro racista que se atreva.

El máximo castigo no se repetirá en el caso de que si algún jugador entra en el área antes de que se golpee el cuero, ahora es sintético, se aproveche de esta anomalía, fuera atacante o defensor. Pero el portero se queda como está, pisando línea y, a la próxima, atado.

Las paradas por calor y asfixia de los concurrentes van, como casi todo por otra parte, a criterio del árbitro, pero ahí viene la gran novedad: ante la eventualidad de un posible desmadre entre jugadores, banquillos o ambos, el juego se podrá detener hasta que los gamberros hayan tomado tila. Alguno preferirá güisqui, seguro.