La liga de verdad

Nos llaman nostálgicos, pero se equivocan; más bien estamos decepcionados. Nos gustaba el fútbol y nos aferramos  a sus principios básicos infelizmente despreciados y desterrados de los terrenos de juego. En aquel deporte que amábamos no había VAR, ni monitores en los banquillos desde los que siguen el desarrollo del partido y estadísticas los ayudantes técnicos, ni fueras de juego automáticos, ni siquiera un cuarto árbitro del todo inservible o artilugios de diversa índole, que miden hasta la cantidad de veces que orina un futbolista. Y sin embargo no hacíamos crucigramas cuando transmitían un partido por televisión.

Competían en Primera 16 equipos, luego 18 y ahora 20. En lugar de la Superliga que Florentino Pérez y Jan Laporta maquinan, bastaría con reducir los 22 de Segunda y devolver la división de honor, así se llamaba entonces, a sus orígenes. ¿He dicho honor?. ¡Menuda hipérbole!. Cierto, los árbitros no vestían con colorines, sino de negro e incluso con chaquetilla y camisa blanca debajo. No disponían de tarjetas para amonestar, solo de bloc i lápiz y la expulsión era apuntando con el dedo índice en dirección al vestuario. Una ventaja porque, al menos, sus errores garrafales e incomprensibles no se notaban. Las alfombras verdes que constituyen el escenario del presuntom espectáculo, competían con patatales, si llovía no drenaban el agua y el barro era un arma al alcance de los norteños como contraste a los pedregales del sur. Pero disfrutábamos más.

Las jornadas se disputaban en un solo día, máximo algún encuentro adelantado al sábado y todos a la misma hora. Y la liga era la liga, no el EA Sports, Hypermotion o cómo se llame el año próximo, según lo que imponga el patrocinador de turno. Debería ser conocida como la «liga money» y acabaríamos antes. La gran contradicción es que las nuevas tecnologías han dotado a entrenadores y jugadores de medios y recursos para mejorar sensiblemente su técnica y preparación. En cambio todo nos parece mucho peor.

No es que nos hayamos hecho mayores, aunque la edad avance, sino que los jóvenes se han perdido lo mejor y esto que se han creído que es fútbol, más bien parece un vídeo juego lleno de trampas, fallos, mal educados, protestones, donde uno va salvando obstáculos y vidas hasta que se agotan las pilas. No fue mejor cualquier tiempo pasado, pero el fútbol, el juego en si, el espectáculo, si.