Clases magistrales

En una de las peores etapas de la historia del Mallorca, al borde de su desaparición, el club estaba en manos de una Comisión Gestora que presidieron distintos directivos. Uno de ellos, Miguel Cardell, que también tenía título de entrenador, aunque ejercía poco o no lo hacía, me preguntó qué haría yo para enderezar el decadente rumbo el club. «No puedes hacer nada, le respondí, lo único que decide el destino del fútbol son los resultados». Pregunten a los ofendidos con Luis Enrique y verán cómo han cambiado sus caretos después de que España ganara a Italia en la semifinal de esa cosa llamada Liga de las Naciones que nadie sabe lo qué ni falta qué hace.

Uno, que da la razón al seleccionador cuando afirma que sabe más que nosotros, procuró paliar sus propias limitaciones escuchando a quienes pueden enseñarnos. Manuel de la Torre me hizo ver cómo el cambio de un jugador en una posición determinada y en un momento concreto de un partido, puede cambiar su signo. Forneris se acostaba muy tarde pensando en cómo plantear la batalla del día siguiente. Serra Ferrer me contaba a vaces las bases de la charla que había dado a los jugadores para que, a la hora de hacer mi crónica, supiera si había seguido o no sus indicaciones. Gregorio Manzano afirmaba visualizar el encuentro durante la víspera. Saso lo difícil que es arreglar un equipo roto como un jarro de porcelana que, aunque lo pegues, nunca volverá a ser el mismo. Benito Floto que manejar un grupo es como acudir al rastro a comprar mercancía con monedas falsas en el bolsillo. Luis Aragonés me recordó que nunca podemos olvidar que hay un contrincante que también juega. Y muchas más anécdotas que podría contarles.

Hasta del doctor Beltrán aprendí un día que no es importante tener mucho dinero o un yate, que era mejor disponer de un banco que te preste el que necesites y un amigo con quien poder navegar.