Discriminación consentida

Poco se habla del perjuicio que las jornadas de selecciones nacionales, ya sea para amistosos o partidos de competición, causan a los equipos de segunda división porque los de Primera si que paran. Entiendo que el calendario es más apretado en la categoría intermedia, pero eso se debe al empecinamiento en no corregir de una vez por todas la locura de ampliar la competición a 22 equipos a partir de la operación política de impedir el descenso administrativo del Celta y el Sevilla por impagos administrativos que ascendían a 85 millones de pesetas en el caso de los andaluces y 45 en el de los gallegos.

Es verdad que nadie se queja de una cosa ni de la otra, a pesar de que ya ha llovido. Han pasado veinticinco años desde entonces y todo sigue igual, sin embargo hay equipos como el Sporting, el Espanyol y otros, al Mallorca le podría pasar con Valjent, que se ven privados de sus jugadores en el trascendental último tercio de la competición doméstica, con consecuencias imprevisibles. De estas cosas Javier Tebas ni habla y los presidentes de los clubs no abren la boca ni para exigir los mismos derechos que los de primera división ni, por supuesto, para reclamar la reconversión total de las entidades deportivas no transformadas en sociedades anónimas deportivas. Pero claro, si entonces sendas manifestaciones en la capital de la Giralda y en Vigo acobardaron al gobierno de turno, imaginen si el de ahora se atrevería con el Real Madrid, el Barcelona (Catalunya), el Athletic (Pais Vasco) y el Osasuna (Navarra).

Mutis por el foro y silbido a lo Kurt Savoy mirando al tendido. ¡Ajo y agua! para los de abajo.