El Barça en el telediario
Salvo que avalistas y patrocinadores decidan utilizar el cascanueces, sigo pensando que la denuncia de la Fiscalía contra el Barça y su ex presidente Josep María Bartomeu por presunto delito de corrupción continuada y administración desleal, avanzada desde diversos medios de comunicación, generará más ruido que consecuencias graves. El club no puede ser encarcelado y si al final del proceso, que será largo, todo acaba en una multa de mayor o menor cuantía, tampoco es la primera vez que eso ocurre.
Vista la causa desde lejos, sorprende a cualquier neófito, entre los que uno mismo se cuenta, que los otros presidentes que ocuparon sillón y palco, no sean incluidos en la denuncia de la que, evidentemente, forma parte el propio ex árbitro, Enríquez Negreira, que fue protagonista dentro del terreno de juego y también lo es fuera.
La FIFA y la UEFA, las únicas con potestad para aplicar sanciones en el ámbito deportivo, esperarán a que se mojen los tribunales españoles y desesperarán quienes desean efectos más explosivos que los que se barruntan. Si los hubiera, al señor Laporta y su compañero de fatigas europeas, Florentino Pérez, siempre les quedará la Superliga de sus entretelas. Sea como sea, sacaremos entrada de barrera en taquilla para ver los toros desde cerca. Mucho estruendo, si; pero ¿dónde están las nueces?.
En la pantomima de rueda de prensa con sus afiliados presentes, protagonizada por el secretario Camps en ausencia casual del presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, el jefe de la cúpula arbitral bramó que «no hay ni una sola prueba ni evidencia de que un solo árbitro sea deshonesto». Tiene toda la razón. Pero hay una enorme cantidad de ellas, algunas muy recientes, que sugieren que son muy malos, demasiado. Por eso la pifian tanto en el campo como en el VAR.
Recién comenzado el partido, Negreira alega alzheimer y el resto lo plantea con una defensiva a ultranza. Justo como el «nuevo» Barça de Xavi.