El Barça se entrena en Son Moix

Amparado en la infinitamente superior técnica individual de sus jugadores, el Barça goleó a un Mallorca mermado en su formación inicial, muy frágil en defensa y circunscrito en ataque a la inspiración de Kubo hasta que al japonés se le acabó el gas. El marcador se abrió al minuto de juego y la primera falta no se produjo hasta el 28, lo que da idea de la baja intensidad del juego an muchas fases del desangelado encuentro, no solo por la ausencia de público en las gradas, en las que se coló un espontáneo salido de la nada para intentar hacerse un selfie con Messi en pleno partido. Una anécdota insólita en una noche sin historia.

ALINEACIONES:

R.Mallorca.- Reina (1), Pozo (0), Valjent (1), Raillo (1), Sastre (0), Pedraza (0), Dani Rodríguez (0), Salva Sevilla (1), Kubo (2) Budimir (1) y Cucho (0).

Minut0 45, Gámez (1) por Sastre y Lago (1) por Cucho. Minuto 56, Baba (1) por Pedraza. Minuto 83, Salibur (-) por Salva Sevilla y Abdón (-) por Budimir.

F.C. Barcelona.- Ter Stegen (1), Sergi Roberto (1), Piqué (1), Araujo (1), Jordi Alba (1), Busquets (1), Arturo Vidal (1), De Jong (1), Messi (1), Braithwait (1), Griezman (0).

Minuto 45, Rakitic (1) por Arturo Vidal. Minuto 56, Luis Suarez (1) por Griezman. Minuto 70, Semedo (1) y Artur (1) por Sergi Roberto y Busquets. Minuto 83, Junior (-) por De Jong.

ARBITRO:

Del Cerro Grande (2), sobrado. Poco que pitar en un choque más digno de un torneo veraniego que de un partido de liga. Mostró tarjetas amarillas a Arturo Vidal y Jordi Alba, del Barça y a Dani Rodríguez, del Mallorca.

GOLES:

Minuto 1, Kubo pierde un balón en la línea media, De Jong centra desde la izquierda y Arturo Vidal se anticipa en carrera y de cabeza a Sastre. 0-1

Minuto 36, en el área local Griezman y Messi ganan por alto y el balón le cae a Braithwait que fusila desde cerca. 0-2

Minuto 78, pase en profundidad medido de Messi a Jordi Alba que, rozando el fuera de juego, se planta reglamentariamente ante Reina y le bate por bajo. 0-3

Minuto 92, slalon horizontal de Messi en el área local, que culmina el mismo de disparo con la pierna derecha alto y pegado al poste. 0-4

COMENTARIO:

Si Setién se considera ilegítimo heredero de la filosofía de Cruyff, debo decir que mientras el holandés y su equipo me divertían, el Barça del cántabro me aburre. Mucho pase y mucho toque, si, pero si el rival hubiera sufrido menos complejos que el extrañamente desordenado Mallorca de ayer, estaríamos hablando de otra cosa. Porque, la verdad, presumir de juego de conjunto y combinativo cuando la realidad es que lo que dicta la diferencia es la calidad particular de algunos futbolistas, si con Messi a la cabeza, se nos antoja tan exagerado como oportunista.

No entendí la idea inicial de Vicente Moreno. Interpreté que la alineación de Sastre por una parte y Pedraza por la otra podía deberse a reforzar la muralla con cierta contundencia, menos apreciable en Gámez o Baba, pero lo que siguió después vino a demostrar que en Son Bibiloni no hay laboratorio para tanto experimento y que aunque hubiera la posibilidad no de cinco cambios, sino de diez, tampoco fondo de catálogo más allá de los catorce de siempre.

Cualquier escaramuza en las proximidades del área balear encerraba peligro latente y eso que el Barça se movía a ritmo de trote cochinero, como le gustaba decir al admirado José María García. El ímpetu y las ganas de Take Kubo, única referencia ofensiva del anfitrión, concentraban el esfuerzo y el único recurso de sus compañeros entregados a la visión de Salva Sevilla y lastrados por la permanente descolocación de Dani Rodriguez, la dimisión del Cucho Hernández y la inmovilidad de Budimir. Si el técnico valenciano había imaginado la batalla en otros términos, sus pupilos no debieron hacerle el menor caso. Era ya muy tarde cuando dispuso un once más reconocible y las fuerzas no eran las del principio. El parón se nota, pero es para todos.

Las derrotas del Leganés y el Celta mantienen las cosas como estaban porque, aunque no siempre, el objetivo también se alcanza por deméritos de uno o más competidores antes que por merecimientos propios.