El cántaro y la fuente (1-0)

El Mallorca necesitó 85 minutos y un hombre más sobre el terreno de juego para derrotar a un inofensivo Sabadell con un solitario gol de Dani Rodríguez. Por otra parte, justo castigo a un visitante amurallado que planteó el partido para no pasar del empate inicial, pero tanto fue el cántaro a la fuente que, aunque a trompicones, acabó rompiéndose para dejar sobre el suelo un agua impotable, incolora e insípida.

ALINEACIONES:

R.Mallorca.- Reina (-), Sastre (1), Valjent (1), Raillo (2), Oliván (1), Baba (1), S.Sevilla (1), Lago Jr (1), Dani Rodríguez (2), Mboula (0), y Abdón (0).

Minuto 45, Murilo (1) por Mboula. Minuto 72, Alex Alegría (0) por Abdón. Minuto 78, Stoichkov (-) por Baba. Minuto 84, Luka Romero (-) por Lago Jr.

C.D. Sabadell.- Mckay (1), Rubio (0), Jaime (1), Juan Ibiza (1), Grego (1), P.Cornud (0), Undabarrena (0), Romero (1), Aarón (0), Heber (0) y Guruzeta (0).

Minuto 55, J.Hernández (0) y N.Querol (0) por Aarón y Heber, Minuto 67, Víctor (1) por Rubio y Boniquet (1) por Undabarrena. Minuto 76, Ozkoidi (0) por Guruzeta.

ARBITRO:

Moreno Aragón (2), de Madrid. No hubo mucho que pitar en un partido de copia y pega. Sacó tarjetas ya hacia el final casi por pura obligación. Amarilla a Abdón por parte del Mallorca y a Mckay, Víctor y dos a P.Cornud, que vió la roja y dejó a los suyos con diez a falta de un cuarto de hora más los tres minutos de prolongación.

GOL:

Minuto 85, con todo el Sabadell replegado, Stoichkov, escorado a la derecha, observa la subida de Dani Rodriguez, sobre quien retrasa el balón hacia la frontal del área donde el gallego remite un zurdazo que sorprende a Mckay. 1-0

SIN CONVENCER:

De no ser por la acción del gol reparador y quizás de no mediar la expulsión del exmallorquinista Pierre Cornud, estaríamos hablando de un mal resultado. Malo por el juego del anfitrión, por la escasa entidad del invitado y porque no ganar en casa a un rival técnica y claramente inferior, recién ascendido y sin capacidad de réplica habría abierto el cajón de las dudas que la incorporación y debut de los extremos deseados, Mboula y Murilo, todavía no despejaron.

Puede que, consciente de sus numerosas limitaciones y con cierto complejo de inferioridad, justificado, el técnico arlequinado antepuso el remedio a la enfermedad. Si había pensado atravesar alguna vez la línea divisoria del centro del campo para cortar las alas del enemigo, lo disimuló hasta que la sentencia ya era irrevocable. Diez en mitad propia y un naúfrago en la del contrincante para intentar, solo eso, buscar las cosquillas de los dos centrales que ni se molestaron en preocuparse de él ni en funciones defensivas, ni para sacar el balón desde la retaguardia. Y pudo funcionar, claro, pero de la misma manera que a uno le puede tocar la lotería o el cupón de la ONCE.

A día de hoy no parece que Luis García Plaza, el entrenador local, carezca solamente de futbolistas de banda. La incapacidad ofensiva de su equipo se hace notoria en tanto en cuanto carece de creatividad, es absolutamente previsible y solo en contadas ocasiones las piezas de ajedrez se mueven de sus casillas de salida. Si, se mostraron algunas acciones estratégicas interesantes como síntoma de preparación en los entrenamientos, pero pocas variantes dinámicas en un fútbol combinativo que no incluye algo tan esencial como la sorpresa.

En estos primeros compases de la liga, el Mallorca es un equipo plano, trabajador y voluntarioso como siempre, pero también superficial, algo encorsetado y sin referencia ofensiva, dicho sea sin acordarnos de Budimir pero conscientes de que Abdón y Alex Alegría no son artilleros de fiar.

Está bien lo que bien acaba y vale por esta vez, pero esto es muy largo y de una semana a otra las sensaciones, como la energía, no se crean ni se destruyen; solo se transforman.