El futuro necesita aprender del pasado
Ni con cinco zagueros se defiende necesariamente mejor, ni con tres delanteros se crean más oportunidades. No se trata de la cantidad de jugadores con la un equipo arma su retaguardia, ni el número de sus atacantes. Lo que cuenta es la idea de juego, el estilo, la trama que es preciso adaptar en el caso de equipos pequeños al enfrentarse a rivales de mayor y evidente potencial. El Mallorca todavía es uno de ellos y lo seguirá siendo mientras la propiedad no cambie de filosofía.
El inolvidable Martín Mora contaba que en la temporada 1961-62 de camino a San Mamés para enfrentarse al Athletic de lor Carmelo, Uribe, Arieta, Mauri, Orúe, Aguirre, etc, se le ocurrió interpelar al entrenador, a la sazón Satur Grech, sobre la forma en qué debían contrarestar a los leones. «Ustedes no se preocupen, les dijo el técnico, son ellos quienes tienen que preocuparse de nosotros». Con goles de Arieta y Uribe en el primer tiempo y un tercero de Latorre en el segundo, la explicación quedó más clara: 3-0.
No es lo mismo vértelas con el Cádiz que con el Real Madrid y no solamente por la notoria diferencia de presupuesto, plantilla y calidad, sino por la distinta motivación de los propios futbolistas, relajados contra uno e hiperventilados contra el otro. El pasado domingo ya se vió perfectamente que el Rayo no inquietó a Rajkovic más en la segunda parte que en la primera, ni el Mallorca originó más ocasiones con dos delanteros que con uno. El secreto, si es que en el fútbol queda alguno, estriba en saber a qué y no a quién te opones y, más que mentalizar, convencer, persuadir a los protagonistas de lo que tienen que hacer.