El mercado, reflejo de la economía

Puede que los clubs de fútbol españoles de primera y segunda división estén saneados económicamente, según alardea Javier Tebas, pero el mercado de fichajes no se mueve en consonancia con dicha lectura y el Mallorca confirma la regla sin ser excepción al mantener la calma tanto en salidas como en las entradas. Lo cierto es que la mayoría buscan vender para poder comprar  y aquellos que presumen, al estilo de Joan Laporta, el presidente del Barça, tratan de tapar sus carencias.

Pactado el traspaso de Gio al Krasnodar ruso por 4 millones de euros, Pablo Ortells activa la cesión de Kouamé, un extremo que la Fiorentina contrató hace 4 años y ha remitido sucesivamente al Genoa y el Anderlecht belga antes de permanecer esta última temporada en Florencia a la espera de concretar su tercer trasvase, esta vez hacia Palma. Habrá que deducir si la incorporación cierra el paso a Abde, la perla deseada por Arrasate, cuyo intercambio con Maffeo no ha encandilado al Betis, por lo que cada uno permanecerá inamovible dada la confirmación de la despedida de Giovanni González, que ya no ha jugado ni un minuto ante el Barnsley durante la concentración bermellona en las afueras de Birmingham.

No acostumbro a hacer valoraciones sin ver en acción a los futbolistas en, al menos, media docena de partidos. Sin embargo permítanme ser escéptico respecto a aquellos que aterrizan en la Liga española, que exige no solo un determinado nivel, sino una adaptación rápida a su clima y a su cultura.

Al hacerse cargo del banquillo del Mallorca en el verano de 1984, el catalán Benito Joanet, lamentablemente fallecido hace cuatro años debido al coronavirus, se quejaba amargamente: «le pedí al club un delantero centro alto, fuerte y que vaya bien de cabeza y me han traido a Liponnen». Este era un delantero finlandés que medía 1,73 y además de no brillar por su juego aéreo, abandonó la isla derretido por la temperatura y el sol.