El síndrome de los colistas

Soy escéptico por naturaleza o, como cantaba Jeanette, «la vida me ha hecho así». No me afecta la superstición ni la alineación de los planetas, o eso creo. Sin embargo reconozco que mis puntos débiles son los que aparecen en mi horóscopo: el corazón y la columna vertebral. Algo tiene el agua cuando la bendicen.

Estas cuatro primera líneas vienen a cuento del síndrome de los colistas que incide negativamente en los resultados del Mallorca. Viene a Palma el Alavés que no solo le ganó ya en Mendizorroza, sino que, en calidad de visitante, no es de los cinco peores clasificados de primera división. Es el tercer equipo más goleado en sus desplazamientos, de acuerdo, pero, como contrapartida, marca más goles que trece de los veinte participantes en la liga.

Corto de plantilla, en línea con la mayoría de los modestos, probablemente acusa la precipitada salida de Luis García Plaza que dejó a Eduardo Coudet con la patata caliente de evitar un descenso en el que ahora mismo se encuentra metido. Con un buen portero, Sivera, un centro del campo sólido al que se ha incorporado Aleñá, un medio de corte muy técnico que acompaña a Jordan y Antonio Blanco, más defensivo. Carlos Vicente suma calidad, rapidez y profundidad por la banda derecha y Kike García, un veterano con ya 35 años, lidera un ataque que no admite relajación siempre con Guridi a la que salta.

Arrasate recupera a Morlanes y Samu, pero pierde a Mojica en beneficio de Lato. Aun con Sergi Darder en el once, la pata coja de la creatividad lastra la eficacia de este conjunto que necesita duplicar su esfuerzo para someter a sus adversarios, diga lo que diga su cartera clasificatoria. Visualizamos el retorno a la defensa de cuatro, sin perder de vista el peligro que encierran las bandas explotadas por el enemigo y su inacabable perseverancia.

Arbitro internacional: soto Grado. Nacido en Toledo y adscrito al Comité de La Rioja, dirigió en Palma el partido inaugural de la presente competición, Mallorca-Real Madrid (1-1). Pitó al Alavés en Pamplona (2-2). A un año de su retirada por edad reglamentaria, ascendió a Primera coincidiendo con el ascenso mallorquinista del 2019. De hecho arbitró el partido de ida en Riazor. En la campaña actual lleva 14 actuaciones con una media baja de faltas señaladas y solo 4 tarjetas amarillas cada 90 minutos, pero, eso si,  ¡ojo! con las rojas: 5.  En el VAR, el denostado Iglesias Villanueva.