El síndrome del 2010
Lo malo de España es que todavía no se ha recuperado de Sudáfrica 2010. Y no es lo mismo aquel equipo que éste, ni Del Bosque que Lopetegui (no digamos de Hierro), ni queda nada de la herencia de Luis Aragonés.
Aparte de esta filosofía general que condiciona también al entorno, influenciado por los seguidores del Real Madrid, básicamente, y el Barcelona, nadie se atreve a dar un golpe sobre la mesa como hizo en su día el «Sabio de Hortaleza», para dar un imprescindible golpe de timón.
Dijimos desde el primer día que De Gea, por empezar desde la portería, sale con su fallo contra Portugal en la cabeza, desconfía de si mismo y sus defensas lo hacen de él. Y hablando de zagueros, Carvajal juega gratis aun recuperándose de su lesión, mientras Piqué anda en sus twitters y Sergio Ramos demuestra que los años no pasan en balde y que los huevos solo sirven para lo que sirven aunque sean de oro.
Busquets no puede quedarse como único pivote por delante de una cobertura dubitativa y detrás de unos artistas del toque que no defienden por el centro y mucho menos por las bandas, sin la menor solidaridad con sus laterales. El tiki-taka está muy bien si se ejercita con velocidad y precisión, algo que se ha diluido en el preclaro talento de Iniesta y el exceso de conducción de Isco, que ralentiza todo junto a la dimisión de Silva en la banda derecha, que tampoco es la suya. En estas condiciones, esa posesión deviene en aburrida, eterna e inconsistente. Y tiradores desde media distancia no hay. Por el contrario, a veces queremos entrar con el balón en la portería y eso, frente a rivales replegados y en orden es tarea de titanes.
Tal maremágnum desemboca en la mente de un seleccionador inexperto e incapaz que solo ha visto los partidos del Santiago Bernabéu, desconoce al resto de seleccionados, que no eligió él, y no osa tomar decisiones drásticas como las que la Roja necesita como el pan. Mas allá de la presente reflexión, todos deberíamos empezar por olvidar objetivos hipotéticamente inalcanzables e ir, en el mejor de los casos, partido a partido. Si es que se nos permite.