¿Empezar desde cero?

El llamado «rubialismo» a raíz del beso propinado por el ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol  a la futbolista Jenny Hermoso y que se convertirá en el beso más contado de la historia, no ha desparecido ni lo hará con la dimisión de Luis Rubiales. De hecho las jugadores que han decidido aceptar las condiciones propuestas por el sucesor designado, el extremeño Pedro Rocha, aun menos concretas que las exigencias de las internacionales, se proponen acudir a la llamada de la nueva seleccionadora, Montse Tomé, quien ha llamado a empezar desde cero.

Eso es imposible porque lo que ha ocurrido ya no hay quien lo borre, porque, para protegerla o dejar de hacerlo, la protagonista del guión, la futbolista afincada en México, ya no figura en la convocatoria y porque el fondo de toda la cuestión, no solamente de las demandas y las ofertas, no es sino el empeño de los presidentes de las Federaciones Territoriales en mantener su status y las estructuras que lo permiten y lo favorecen. El mismísimo señor Rocha es el más claro y vivo ejemplo, tan sumiso y pegado a Angel Villar como con su heredero al que, como todos sus colegas, ha consentido todo lo habido y por haber.

Empezar desde la nada no consiste en hacer borrón y cuenta nueva, sino acabar con el sistema asambleario obsoleto,  clientelar y cerrado que, además, impide concurrir a un proceso electoral en igualdad de condiciones. Le ocurrió a Mateu Alemany en su momento, y desde entonces nadie se ofrece para lidiar en un plebiscito que gana sin remedio quien controla la asamblea, sea presidente, vicepresidente, secretario, quien ostente el poder. La ley en vigor que permitió al dimitido Miquel Bestard de la Balear dejar su sillón a Pep Sansó, lógico candidato único. Y esto es lo que se hace en Las Rozas, donde una comisión gestora con funciones limitadas, mantiene vivo el fuego de sus cargos por si en algún momento, ojalá, se comenzara de verdad desde cero.