En arenas movedizas

Se vive mal en el lodazal, esa cola de la clasificación con la espada de Damocles permanentemente sobre tu cabeza. Por mala que sea la costumbre de bailar sobre el barro, precisamente son los que lo pisan con mayor frecuencia quienes cuentan con más posibilidades de salir. Este es el mayor handicap al que se enfrentan el Espanyol y el Valencia a cuya inexperiencia en estas lides se ha unido una catastrófica gestión de sus opciones.

¿Qué esperaban en Valencia al contratar a Rubén Baraja, que lleva dos años sin entrenar?. No lo pregunto yo, lo izo Santi Cañizares. Yo ya planteé aquí qué pensaba el Espanyol al contratar a Luis García, sin la menor experiencia en un banquillo de Primera. No quiero decir con ello que sean malos técnicos, sino que no es un buen momento para comprobarlo. Son apuestas para principio de temporada, no experimentos cuando estás con el agua al cuello.

La cuestión no es cesar al entrenador, sino decidir su sustituto sin equivocarte, un lujo que a ciertas alturas de la competición no te puedes permitir. El mismo Javier Aguirre, hoy alabado, salvó al Mallorca por los pelos hace solamente unos meses. Casi no llega. El Sevilla, que se equivocó con Sampaoli, ha sabido rectificar al confiar en un verdadero experto en las presentes circunstancias.

En medio de tales arenas movedizas, clubs como el Getafe, el Cádiz o el Almería mantienen la calma. Ya veremos si con éxito o no. Igual que el Valladolid, que también arriesgó al prescindir de Pacheta para cambiarle por un hombre sin conocimientos del fútbol español que acaba de ser sancionado con dos partidos después de su segunda representación en el campeonato. El Elche, punto y aparte, ha sido el paradigma de la incapacidad, la ineficacia y la prepotencia de la propiedad. El dinero lo puede casi todo, pero no todo ni en todos lados.