Entre pillos y listos

Solía decir el admirado y no por ello menos añorado Luis Aragonés que el fútbol es de listos, de pillos. No le faltaba razón. Todo futbolista que se precie intenta engañar al árbitro y hasta hay quien entrena las caídas en el área. Si, pueden creérselo salvo que se acaben de tirar de un guindo. Desde Futre a Luis Suárez la lista de delanteros especializados en buscar y conseguir el penalti codiciado es interminable. Sin embargo no es menos cierto que el mundo del arbitraje ha cambiado, no todo lo que debería, de acuerdo, pero no hay colegiado que no sepa de qué pié cojea cada jugador.

Los árbitros de primera división, supongo que los de Segunda también, ven vídeos, repasan jugadas, decisiones y poco más o menos, visualizan qué y quiénes les esperan sobre el terreno de juego en cada partido. Y, todo hay que decirlo, es mucho más fácil que piten a favor de los grandes -Madrid, Barça, Atlético- que la simulación de un modesto.

Igual que hizo contra el Celta, el mallorquinista Dani Rodríguez buscó la pierna de un defensor del Levante en los minutos iniciales del lance celebrado en Son Moix. No al revés. Soto Grado lo interpretó bien, pasó por alto la treta y amonestó a la supuesta víctima. Y, no lo duden, lo hizo porque una semana antes su colega De Burgos Bengoetxea picó en una estratagema muy similar, incluso más suave y menos punible. interpretada por el mismo protagonista. Los árbitros ven, oyen y hablan entre si. No lo duden.

El fútbol es un juego de listos y de pillos, desde luego, pero la picaresca funciona mejor con los de arriba que con los de abajo.