Entró, entró

La televisión era en blanco y negro, España jugaba la Copa Davis, Santana, Arilla, Gisbert, Couder y la voz de Juan José Castillo resonaba alegre cuando el punto caía de lado español, «entró, entró» decía tras un «passing shot» paralelo tocando la línea. Las bola lanzada por Javier Tebas en la Asamblea de la Liga de Fútbol Profesional también lo hizo, entró de lleno y sin margen de duda, 38 a 4. Real Madrid, Barça, Athlétic y Oviedo quedan fuera del acuerdo, aunque con libertad para no ceder sus derechos audiovisuales. Se avecina negociación individual de sus partidos televisados. Lo de los tres primeros se entiende, ninguno de ellos se ha convertido aun en sociedad anónima, los de los del Principado es un fuera de juego en toda regla, pintan menos que Luis Rubiales metiéndose en las camisas de once varas del fútbol profesional. Donde está el dinero, lo único que le interesa y que quiere sacar de los modestos de sus recientemente inventadas categorías.

El presidente de la Liga ha ganado una batalla, pero no la guerra que se presume intrincada y larga. Su botín es la Superliga en la que, de otro lado, poco o nada tienen que ver «leones» o carbayones». Ni la Federación Española, por supuesto, que no está nada claro a quién sirve, si a los «york» o los «lancaster» -abstenerse los no avezados en la historia de Inglaterra- cuyos clubs por cierto propiciaron la primera derrota del proyecto. La victoria de la Liga Impulso es la segunda.

A día de hoy cabe constatar la enorme deuda que arrastran los adalides de primera división, merengues y culés, pero sin olvidar que la conclusión definitiva es que el fútbol español está en ruina o, si acaso y en el mayor grado de optimismo, cerca de ella.