Estadio creciente, público menguante

Hay asuntos en los que conviene ser realistas y no hay nada más frío y evidente que los números. Cuando bajo la batuta de Miquel Contestí el Mallorca logró regresar a primera división tras un largo y angustioso peregrinaje por el barro de tercera, jugadores encerrados en el vestuario del Lluis Sitjar, cortes de teléfono y electricidad por falta de pago entre otras funestas consecuencias, alcanzó el record histórico de abonados que superaron los 18.000 en aquel viejo y hoy derruido estadio en el que apenas entraban 20.000 después de sus precipitadas ampliaciones.

Causa verdadera sorpresa que a estas alturas ninguno de los más recientes ascensos haya provocado un aumento significativo de espectadores en las gradas, cuyos carnets no sobrepasan la barrera de los 12.000 o a lo sumo y contando a los propios empleados y sus familias, 14.000. Por eso extraña que se celebre la ampliación del aforo permitido a raiz de la pandemia de COVID o que la remodelación del multiusos contemple un millar de localidades más. ¿Para quién?.

En tiempos de gloria, Mateu Alemany, futuro CEO del Barça, encargó al instituto Gadeso, de la mano de Antonio Tarabini, un estudio sociológico para determinar con la máxima precisión posible y un reducido margen de error, cuál era la verdadera masa social del club. El resultado fue de 10.000 almas. Gregorio Manzano interrumpía su charla de motivación a los jugadores antes de salir al césped de Son Moix para preguntarle a Damián Amer si había alguien en las tribunas. Y el día en que el Mallorca debutaba nada menos que en la Champions recibiendo en Palma al Arsenal, no se acercaron al Cami dels Reis ni 12.000 aficionados.

Un mallorquinista de abolengo cuyo nombre omitiré por no haberle consultado la siguiente cita, había analizado seriamente el fenómeno: «el Mallorca es el equipo con menor asistencia de público, pero con mayor consulta de simpatizantes que el domingo por la noche o el lunes preguntan si ganó, empató o perdió». Tal vez por su paulatino desgaste sentimental, la indiferencia en aumento de los jóvenes respecto al fútbol y el desprecio imperante al seguidor de a pie en beneficio del televidente, le dan tanta importancia a su presencia en las redes sociales. El mundo al revés.