Funeral por muchos amigos

El control de la información por parte de la Liga de Fútbol Profesional se lleva a cabo sin premeditación ni alevosía, sino a cara descubierta, por las claras y sin apenas oposición. En la transmisión del partido Mallorca-Almería, las cámaras cerraron planos para que no se viera al público de espaldas, en el minuto 14, para protestar por los horarios impuestos y en concreto los de esta hora de aplastante calor en verano. Los comentaristas y narradores de La Liga TV por Movistar no hicieron ninguna mención. Los primeros tenían excusa porque emiten desde cabinas ajenas a los estadios y siguen el encuentro por televisión igual que cualquiera, pero el locutor presente en el campo también tuvo buen cuidado de no hablar del tema.

Pero el periodismo y en concreto el deportivo, cava lentamente su fosa. El manual dictado por Javier Tebas, evidentemente apoyado por los clubs, ha calado hondo y algunos de ellos han alcanzado pactos con determinados medios para colocar en ellos a redactores afines. Ya no es que las fotos de entrenamientos y otros actos las sirvan desde los correspondientes departamentos de prensa, vídeos a las emisoras de televisión también,  o radios en FM cuyas transmisiones son ejecutadas por personal de los clubs. Los hay que indican al medio en cuestión quién se va a encargar de la información pertinente a cada uno a cambio de una cierta preferencia todavía no exclusiva, todo llegará, a la hora de facilitar acceso a las fuentes.

Lo habíamos visto y sufrido en política, pero que la censura y la expropiación de la libertad de prensa, de expresión y de información llegara al fútbol representa el último eslabón de la cadena que no solo ha convertido el deporte primero en negocio y después en industria, sino en chantaje puro y duro para envolver la ceremonia del funeral no por un amigo, como canta Elton John, sino por toda una profesión.