Fútbol sin sentido
El pasado lunes me invitaron al programa «Mallorca a la carta» que se emite de 17 a 18,30 en Canal 4 Radio y TV. Me preguntaron ¿qué haría yo en primer lugar si fuera presidente de la Federación Española de Fútbol?. Respondí inmediatamente y sin pensar demasiado que invitaría al colectivo arbitral a independizarse. No haría falta si cada cosa estuviera en su sitio, pues ni la federación de fútbol ni ninguna otra tienen nada que hacer en materia de deporte profesional. Hace tiempo que los tenistas pasaron de largo y donde rigen la ATP y la WTA no pinta nadie más. El fútbol, especialmente en España, es distinto aunque no tendría por qué.
No tiene el menor sentido que la organización de la Liga dependa de Las Rozas cuando existe la LFP. Las competencias de la institución que ahora preside el señor Rafael Louzán se reducen al balompié teóricamente amateur. Menos lógico aun es que tenga poder para confeccionar selecciones nacionales en uso y abuso de futbolistas también profesionales, cuyas licencias expiden incomprensiblemente las asociadas, no perdamos de vista el núcleo central, la FIFA y sus confederaciones.
Si según las antiguas mercerías un solo botó valía como muestra, pongamos el ejemplo de las únicas categorías que se ciñen a las directrices federativas: Primera Federación, Segunda Federación, Tercera Federación, esta gobernada por cada Territorial y los primeros grupos de juveniles, pues la Regional no excede los límites de dichas territoriales. Pues bien, por si alguien tenía dudas, que no lo creo, el presidente del Nastic de Tarragona ha vuelto a recalcar la ruina de la revolución inventada por Luis Rubiales que sus sucesores mantienen. Y si la PF es una desastre como competición, espectáculo y miseria, no les cuento la SF.
Por eso si pudiera ampliar la respuesta que di a la pregunta de los presentadores, Rafael Calle y María Zanoguera, añadiría que a la independencia del CTA se sumara una decisión paralela: reducir participantes en la Liga E.motion, cargarse los 22 de la Hypermotion y suspender la mal nacida reforma del presidenta aquel que no iba a dimitir. Rectificar no es de sabios, sino obligación de quienes fueron torpes. Con el dinero que les entra, unos cuantos euros menos a costa de los más modestos no les haría mucho daño.