Juventud, ¿divino tesoro?
España ganó a Croacia el pase a cuartos de final de la Eurocopa por la misma causa que pudo perder: la juventud de su combinado. Le falto la experiencia que dan los años para aguantar una ventaja de 1-3 que no admitía discusión, pero después tuvo la fuerza, la resistencia y el empuje para imponerse a la escuadra arlequinada que, ya habíamos dicho hace unos días, acusa un desgaste evidente desde su sub campeonato mundial en el 2018.
Fue necesaria la prórroga, si, porque es peligroso vender la piel del oso antes de cazarlo y aunque a este plantígrado ya le falten algunas garras y haya perdido pelaje, es mejor enfrentarse de cara que jugar con él. Pero Luis Enrique mira al 2022, o eso creemos, y trata de formar un equipo al precio de pagar ciertas ingenuidades impropias porque ni Busquets, ni Koke, Jordi Alba o el discutido Morata nacieron precisamente ayer.
Pero dicen que no hay éxito sin sacrificio o, en este caso, sin sufrimiento. De lo sucedido en Copenhague se aprende y puestos a hacerlo siempre es mejor hacerlo con la tranquilidad que da la victoria y no desde la amargura de la derrota. Pero si, es preciso tomar nota de los puntos débiles más allá de significar los fuertes. La clasificación no peligró por el error de Unai Simon en el primer gol croata, después evitó otros, pero si por una cierta dejadez tras haber sometido al rival que, por fortuna, no acertó con el descabello en el inicio del tiempo añadido, cuando la moral española había sido tocada y la de los «Modric boys» subía, demasiado pronto, a las nubes.
La Selección está en cuartos, los de casi siempre. Y París, quién sabe, bien vale una misa como dijo Enrique IV.