La liga de los trileros
La mayoría de los presidentes, sino todos, de los clubs de fútbol profesionales e incluso algunos de los modestos, fuera de las sociedades anónimas deportivas, lo son por intereses particulares o afán de notoriedad. Por eso no se inmiscuyen ni prestan la menor atención a las propuestas que emergen desde su propia patronal, la Liga. Asi fue desde el nombramiento de Manel Vega Arango pasando por Antonio Baró, Pedro Tomás, Guillermo Cabello, Carlos del Campo y José Luis Astiazarán hasta el desembarco de Javier Tebas después de haberse enfrentado a Angel Villar en pos de la presidencia de la Federación Española de Fútbol de la que ahora es también Vicepresidente, una incoherente concesión de su gerifalte, Rafael Louzán, en busca de una paz confundida con control y poder.
Salvo Florentino Pérez, enemigo impenitente, impertinente con los árbitros, todos los demás clubs asienten al dictado al punto de comprometerse con una hipoteca a 50 años para acometer obras de infraestructura, al menos en teoría, a devolver mediante un porcentaje de la madre del cordero: los derechos de televisión. No picó ni la UD Ibiza de Amadeo Salvo, entonces en Segunda, ni aquellos adheridos a un régimen social distinto, Athletic, Osasuna y el Barça, si bien Jan Laporta se arrima o despega a conveniencia de palancas o arbitrajes.
Nada podía argumentar la Federación en contra de la disputa en Miami del Villarreal-Barcelona de la 17ª jornada de la competición en curso si asumió la línea Rubiales al continuar desplazando la Supercopa a Arabia Saudí. Han sido los jugadores con su protesta unánime del pasado fin de semana en todos loa campos a modo de mini huelga de 15 segundos antes de poner el balón en juego, por cierto silenciada por la LFP que impone a las operadoras censura de determinados planos y a los periodistas preguntas libres, quienes han puesto freno al disparate.
El anzuelo eran los ingresos a percibir por ambos contendientes por encima de la disposición de los futbolistas, los únicos imprescindibles del negocio, de la competitividad exigible y la igualdad entre los equipos, ya manipulada a través de privilegios, horarios y calendario. Les da igual. Sin embargo el truco del trile se encierra en el propio comunicado emitido por orden piramidal de Tebas: «En un contexto de creciente competitividad global, donde ligas como la Premier League o competiciones como la UEFA Champions League continúan aumentando su alcance y capacidad de generar recursos, iniciativas como esta son esenciales para garantizar la sostenibilidad y el crecimiento del fútbol español». Un reconocimiento explícito de la fata de recursos e imaginación de un fútbol español en ruina ante una Premier que ni en sueños iba a consentir la disputa en el extranjero de un encuentro de su liga. Si esto es todo lo que se nos ocurre, mejor volver a las rifas de un jamón entre los espectadores asistentes. Tal vez hasta sería un señuelo para quienes prefieren el sofá y la tele.
