La medida de la exigencia

Antonio Oviedo Saldaña ascendió al Mallorca consecutivamente desde Tercera a Segunda A, siendo campeón de Segunda B. Creo que sigue en el club si Molango le mantiene y no se ha jubilado, al que volvió gracias a Jaume Cladera y Serra Ferrer que tuvieron el gesto que su trayectoria de mallorquinista exigía y nadie había cumplido. Ya en la categoría de plata y con el equipo clasificado no mucho más abajo que ahora, fue destituido.   Por poner otro ejemplo, Jaume Bauzá recibió su cese con el equipo en octava posición y tras haber transcurrido solamente diez jornadas.

El nivel de exigencia era distinto, mucho mayor. Lo digo por aquellos que sobrevaloran la campaña actual, apelando a circunstancias que ya se dieron en el pasado con otros protagonistas y en momentos mucho más complicados, pues no olvidemos que solo dos años antes los derechos de los futbolistas estaban embargados y hasta las compañías de energía eléctrica y teléfono habían cortado el suministro al Lluis Sitjar. Así que héroes ninguno y caprichitos pocos, que ya se han escrito varias versiones de la historia, pero la mayoría no se las han leído.

El Mallorca lleva a cabo una buen campeonato, mantiene intactas sus opciones de alcanzar el objetivo, si el objetivo, de disputar el play off, un regalo entonces inexistente. El fútbol se ha vuelto muy blando debido al afán recaudatorio de los organismos que lo rigen. Hasta el séptimo en primera división tiene derecho a jugar en Europa y media docena de los de Segunda optan al ascenso. Hasta no hace mucho, ni el cuarto pintaba una regadera. Y, no lo olvidemos, los de Vicente Moreno circulan por la mitad de la primera mitad, sin duda mucho más de lo que esperábamos la mayoría, pero no tanto como para creer que alguien se ha inventado un huevo con dos yemas.