Ni siquiera sus ausencias justifican la derrota del Real Madrid frente a un Mallorca supermotivado que le superó y venció merecidamente. Fue la noche soñada por el mallorquinismo después de que a los 7 minutos Lago Jr, en una de sus acciones habituales, cruzara el esférico lejos del alcance de Courtois. El gol descompuso a los de Zidane, castigados por su exceso de confianza y menosprecio a un rival que hace de la intensidad, entrega, sacrificio y solidaridad algunas de sus poderosas armas como local. Con algunas de sus antiguas perlas evidentemente ajadas, la única oportunidad merengue en todo el encuentro fue un remate de Benzema al travesaño mediado el primer tiempo. Luego un quiero y no puedo que denotó la falta de un plan B y que los locales siempre venden cara, muy cara, su piel.
ALINEACIONES:
R. Mallorca.- Reina (1), Sastre (0), Valjent (2), Raillo (2), Gámez (3), Baba (2), Dani Rodríguez (1), Salva Sevilla (1), Febas (1), Lgo Jr. (2) y Budimir (1).
Minuto 45, Lumor (1) por Sastre. Minuto 58, Kubo (1) por Febas. Minuto 80, Trajkovsky (-) por Lago Jr.
R.Madrid.- Courtois (1), Odriozola (0), Militao (1), Ramos (1), Marcelo (0), Casemiro (0), Isco (0), James (1), Jovic (0), Benzema (1), Vinicius (1).
Minuto 65, Rodrigo (0) por Jovic y Valverde (1) por Isco. Minuto 81, Brahim (-) por Vinicius.
ARBITRO:
Alberola Rojas (2), de Castilla la Mancha. Cometió pequeños errores de apreciación sin influencia en el marcador ni en el desarrollo del encuentro. Mostró tarjetas amarillas a Sastre y Baba, del Mallorca y dos a Odriozola, expulsado a los 74 minutos.
GOL:
Minuto 7, Lago Jr. recibe en su banda, se escora desde el vértices hacia el interior y cruza con su pierna derecha raso y al palo opuesto. 1-0
COMENTARIO:
La nocturnidad invita a la épica. La noche engrandece las hazañas para compensar la oscuridad. El cantante belga Salvatore Adamo lanzó en 1966 “Mi gran noche”, que cantó Raphael dos años después en su película “Digan lo que digan”, aunque la canción no la popularizó hasta hace poco, seis años, con un arreglo actualizado que dio origen al film del mismo título. El estribillo se hace una pregunta, “¿qué misterios habrá?” a la que responde que, “al despertar ya mi vida sabrá algo que no conoce”. Y la del sábado fue, no lo duden, otra gran noche del mallorquinismo sin enigma alguno y si con ciertas evidencias.
Demasiadas veces un resultado se analiza a través de los defectos del derrotado y casi nunca en base a las virtudes del triunfador, más cuando un modesto se impone a un grande y si este último es el Madrid o, en su caso el Barça, ni te cuento. Y no, no es que el Mallorca dejara de hacer lo que siempre practica, sino que Zidane no se había aprendido el manual. Dispuso una alineación sin tener para nada en cuenta al rival, confiado en el poder y la teórica superioridad de sus jugadores, suplentes la mayoría, para quebrar las líneas y la moral de un recién ascendido en posición de descenso. Y sufrió el más merecido castigo a su orgullo y, por qué no decirlo, desidia.
Vicente Moreno le ganó la partida con sus líneas siempre juntas, presionando arriba donde Casemiro quedaba aislado entre el indolente Isco y el “pasabolas” James sin adquirir ningún compromiso. Le dejaron la responsabilidad al joven Vinicius, buen iniciador y pésimo finalizador, en cuyo haber sólo cabe provocar el cambio de banda de Sastre y su posterior y feliz sustitución. Una deuda de justicia con Fran Gámez, el mejor, quien acabó con las cabriolas del brasileño. Que el hasta entonces líder aterrizara en Palma con un Castilla mejorado no es excusa ni problema del anfitrión. Si te dan a elegir entre susto o muerte y escoges sobresalto, apechuga con las consecuencias. De estar en etapas más avanzadas de la liga hubiera sido deceso.
El gol de Lago Jr. como consecuencia de su jugada preferida y archiconocida, exaltó la solidaridad, sacrificio, intensidad y espíritu de sus compañeros. De otro lado el desgaste de algunos intocables como Marcelo y el naufragio del prepotente planteamiento del francés.