La sombra de la duda

Los ejecutivos de la etapa Rubiales no sueltan amarras y la Real Federación Española de Fútbol, que siguen controlando pese a gestos inocuos de cara a la galería, se dispone a tener que compensar con cifras millonarias, sumadas a las que ya cobran, a las víctimas elegidas o exigidas: el secretario general, Andreu Camps, el jefe del departamento de integridad, Garcia Caba y el abogado y asesor externo, González Cueto. El primero ya ha dejado caer que a él no le puede cesar ninguna gestora, lo tiene que hacer un presidente que, al ritmo impuesto desde Las Rozas no llegará hasta el 2024. El segundo es el firmante del famoso informe por el que consideraba que su jefe, el protagonista del beso a la jugadora Jenny Hermoso, no había hecho nada malo.

Les ruego que no olviden aquello de lo que les vengo advirtiendo: se agarrarán a clavos ardiendo con tal de no abandonar sus cargos y sus ganancias. Valgan como ejemplo los 120.000 euros anuales que percibe el presidente de la Balear, Pep Sansó, por su dedicación a una Territorial menor. Los de Madrid con factor multiplicador.

Como les vengo diciendo, el problema de fondo no es el cese de los responsables de determinadas áreas, sino la estructura asamblearia de la institución. Sus sustitutos son otros empleados de menos nivel bajo el mando de los mismos que estaban y están, empezando por Pedro Rocha, previamente sugerido por el dimitido como número uno de la Comisión Gestora.

Miguel Angel Galán, que ya se enfrentó a Angel Villar y ahora a Rubiales, presidente de la Escuela Nacional de Entrenadores de España, ha denunciado ante el CSD al cerebro del cambio por no convocar elecciones inmediatas tras la dimisión de  su predecesor. Según el denunciante la ley permite una comisión gestora en el caso de una inhabilitación, pero a partir de la vacante efectiva por cese o dimisión, como es el caso, impera la convocatoria inmediata. Una denuncia que el CSD tendrá que volver a instar ante el TAD.  Un esfuerzo inútil ya que el proceso electoral seguirá dentro de la misma Asamblea. El pescado que se muerde la cola o una merienda de esas de olla llena de agua hirviendo a todo trapo y un prisionero asándose en ella rodeado de guerreros bailarines.