La verdad, en caída libre

La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Un lema tópico tan pasado de moda como los Isetta, aquel coche fabricado en Italia mediados los años 50, en forma de huevo, uniplaza y cuya única puerta estaba situada por delante del volante. Eso que llaman postverdad, que no sé muy bien lo que es, ha venido a sustituir a la veracidad y, si hace falta, incluso a la evidencia.

Nunca sabremos todos los pormenores del fichaje de Muriqi por el Mallorca, ni las variables que se contemplan a cambio de esos dos millones de más, ni las cifras de su salario o, como se asegura desde Italia, que eso de los 9,4 millones todo incluido, como si fuera pensión completa y con desayuno, es el precio del 55 por ciento de sus derechos, ya que el 45 restante se lo reserva la Lazio en caso de una futura venta del kosovar.

No es que tenga mayor importancia en el sentido de que los propietarios del club tienen todo su derecho a divulgar solo lo que quieran, cual sociedad anónima privada aunque deportiva, sobre todo para lo que les interesa. Sin embargo este ligero detalle permite cuantificar la operación en cantidades bastante más elevadas que las dadas a conocer.

Si Javier Aguirre ha convertido en realidad lo que tan solo hace dos semanas era inviable según el CEO del club, Alfonso Diaz, habrá que imputarle en la misma medida el éxito o la decepción, si llega, de su perseverancia ¿o terquedad?. La del entrenador, digo. Dejemos para más adelante o a los oráculos si las circunstancias y los resultados, mantendrán al mejicano en su puesto o no.