Lagrimas de emoción

La humanidad ha perdido tantos valores y matado tantos referentes que necesita convertir en extraordinario lo normal, pero consigue el efecto contrario y a fuerza de abrir las puertas de la historia a cualquier hecho o tildar de hazaña un logro puntual, resta valor a aquello que pretende ensalzar.

Y si, el joven Luka Romero ha anotado un párrafo en los anales de su club, el Real Mallorca, al marcar su primer gol en una liga profesional, de bella factura además, a los 16 años y 11 días, igual que hizo al debutar la pasada temporada en primera división en el campo del Real Madrid, un club al que le inventan un histórico al día: que si Vinicius, que si Rodrigo, Marco Asensio en su día, Mariano, hasta Jesé fue un héroe de leyenda circunstancial. El Atlético tiene en Joao Felix a su joven legendario particular y en can Barça qué les voy a contar: Ansu Fati, Pedri. Si elaboramos una lista de clubs y jóvenes promesas, agotaríamos la Biblia, no la historia.

No obstante no hay que rebajar la emoción del gol conseguido por el joven mejicano-argentino-español, sino conservar esas lágrimas de alegría derramadas en recuerdo de su abuela y de Maradona. Esta la responsabilidad social del astro fallecido al que me refería hace un par de días. El joven jugador del Mallorca tendrá razones más que suficientes para pensar en su abuela que, además, seguro le estaría viendo. De Diego Armando esperemos que a lo largo de esa incipiente carrera que ahora comienza, solamente recuerde lo que vio de él en el campo y no dé cabida en su cerebro a todo lo que supo de su vida fuera del césped. Por su salud, por su fútbol, por su carácter y, sobre todo, por su futuro.