Los clubs y sus medios
Viví la absorción de las cadenas radiofónicas del régimen franquista, CAR, REM y CES, por parte de Radio Nacional de España y la venta y, en muchos casos, posterior desaparición de los periódicos del Movimiento. Durante la transición de la dictadura a la democracia se impuso la razón de que el Estado no debe competir con los medios de comunicación independientes. Bueno, los controla de otra manera, igual que los Gobiernos autonómicos. La publicidad manda.
El poder, sea cual sea su ámbito de actuación, nunca ha dejado de aspirar al control de la información. Lo peor de todo es que sea una parte no minúscula del periodismo la que se alinea y sirve a dicha tentación. Tanto es así que, ya inmersos en el mundo del fútbol, la Federación Española contrata la publicación de reportajes, entrevistas y noticias en determinados medios que las reproducen en distintos cuerpos y familias de letras, pero tampoco indican que los textos sean publicitarios. La Liga de Fútbol Profesional, más sibilina, impone normas restrictivas a los redactores que ejercen en las emisiones y publicaciones que gestiona la asociación presidida por Javier Tebas.
En un momento determinado los clubs de fútbol se empeñaron en montar sus propias estaciones de FM y algunos, los más poderosos, incluso de televisión. Los que manejan presupuestos menos ambiciosos utilizan servicios de «streaming» a través de diferentes servidores de internet. Ignoro cuántas quedan en pie de aquellas radios y el Barça acaba de cerrar su canal de TV, mientras que el del Madrid ha causado baja en las emisiones de Movistar via satélite. Ignoro sus índices de audiencia, los de todos y todas.
La verdad es que, como usuario con ansias y necesidad de ser informado, no se me ha ocurrido jamás recurrir a ningún medio parcial. Nunca he compartido eso de que «a los míos con razón o sin ella», no. Las mentiras no tienen sitio en mi diccionario. De hecho no comprendo el discurso de los partidos políticos siempre dirigidos al pensamiento de quienes ya comparten sus ideologías y llenan mítines para escuchar lo que ya saben o meterse en alguna lista electoral. Como decía Ramón y Cajal para convencer hay que persuadir y perder el tiempo persuadiendo a los persuadidos me parece una soberana tontería.