Maldito penalti (2-1 en el Benito Villamarín)

Una mano a la altura de la cara de Battaglia que el árbitro señaló como máxima pena a instancias de Estrada Fernández en la cabina de vídeo arbitraje, sentenció la derrota del Mallorca, mal en la primera parte, frente a un Betis que, con síntomas de cansancio, lo estuvo en la segunda. Un gol de Muriqi a 20 minutos del final había abierto el horizonte de un punto que se resistió a volar hacia Palma.

ALINEACIONES:

Real Bétis.- Rui Silva (1), Bellerín (1), Bartra (1), V.Ruiz (1), Alex Moreno (2), Wiliam Carvalho (2), Guido (1), Fekir (0), Canales (2), Juanmi (0) y Borja Iglesias (0).

Minuto 62, Edgar (1) por V.Ruiz y Tello (0) por Juanmi. Minuto 70, Willian José (1) por Borja Iglesias. Minuto 83, Joaquín (-) por Canales.

R.Mallorca.- S.Rico (1), Maffeo (1), Valjent (2), Raillo (2), J.Costa (1), Galarreta (1), Salva Sevilla (1), Kubo (0), Dani Rodríguez (1), Angel (0) y Muriqi (2).

Minuto 45, A.Sánchez (2) por Galarreta. Minuto 46, Amath (1) y Kang-in Lee (0) por Angel y Kubo. Minuto 64, Battagla (1) por Salva Sevilla. Minuto 69, Fer Niño (1) por Dani Rodríguez.

ARBITRO:

Soto Grado (1), del Comité de La Rioja. Cometió algunos errores de apreciación poco decisivos. Apreció la mano arriba de Battaglia, junto a su cara, en el penalti a favor del Bétis. Amonestó cartulina en mano a Víctor Ruiz, que puso ser expulsado dada la violencia de su entrada sobre Galarreta que produjo lesión tal vez grave, Bellerín y Juanmi, de los verdiblancos, y a Muriqi.

GOLES:

Minuto 24, gran asistencia de Canales desde la derecha a la espalda de Maffeo, izquierda, donde Alex Moreno cabecea al palo opuesto. 1-0

Minuto 74, centro de Jaume Costa desde la izquierda que Muriqui cabecea colocado a la escuadra entre Edgar y Alex Moreno. 1-1

Minuto 81, tiro de William Carvalho que rechaza Battaglia dentro del área entre su cara y su mano. Penalti que transforma Willian José raso, duro y pegado al poste por la derecha de Sergio Rico. 2-1

48.000 espectadores

Galarreta tuvo que abandonar el campo lesionado y en camilla a la espera de conocer el alcance de su lesión en la rodilla.

FIELES AL GUION

Sin tener nada de adivinos lo habíamos advertido en la víspera: el Betis marca muchos goles, pero también los encaja. Goza de un poder ofensivo envidiable en cuanto Canales y Fekir, muy egoista el francés y a veces reiterativo, ponen en marcha el motor, aunque padece en defensa en cuanto se le presiona y encierra. Lo que todos sabíamos Luis García Plaza no lo aprendió hasta después del descanso. Ignoró la capacidad de Alex Moreno y Bellerin para convertirse en extremos y Kubo sufrió las consecuencias de los constantes avances del ex mallorquinista mientras Juanmi despejaba la zona arrastrando a Maffeo hacia el centro. Así de fácil abrió el marcador el anfitrión que ya había avisado con un tiro al poste del mismo lateral o en sendas oportunidades, una de Juanmi y otra en un lío entre Canales y Fekir antes y después del primer tanto.

Los porteros apenas tuvieron trabajo. Rui Silva se llevó un susto en el único remate balear de la primera fase, cómo no de Muriqi, que se estrelló en la madera y Sergio Rico tuvo que estirarse para desviar un durísimo y lejano disparo del omnipresente Canales. Poco más tanto antes como después del intermedio. La batalla no se daba en las áreas, sino en el centro del campo. El Mallorca esperaba con sus once futbolistas en terreno propio, lo que propiciaba el dominio bético real, pero más efectista que efectivo.

Los rojillos pasaron del 4-4-2 al 4-2-3-1 después del intermedio. Dani Rodríguez cambió de lado para tapar, por fin, al autor del primer gol. Amath arrancó desde la izquierda para apoyar al kosovar, incansable como de costumbre. No se hace visible lejos del área, pero en ella es un peligro permanente. Con el nuevo dibujo el Mallorca ganó presencia, aunque, salvo en el gol del empate circunstancial, tampoco inquietó al guardameta portugués. Pero tuvo más serenidad, retuvo más tiempo el balón y quizás le faltó mayor convicción para aprovechar el bajón físico y mental de su rival que, lejos de certificar su ventaja, se acomodaba a ella. La mano de Battaglia, que no la de dios, cayó sobre el Benito Villamarín como maná en el desierto del Sinaí. Los quince minutos restantes, prolongación incluida, sobraron tanto como la mitad íntegra del espectáculo.