Mallorca B, el peor de cien

El Mallorca B ha vuelto a perder, esta vez ante el antepenúltimo, un amigo, el Andratx. En la vigésimo cuarta jornada del campeonato, la clasificación no miente. El filial es el menos eficaz no de su grupo sino entre los 100 de la categoría  y el más goleado de sus 20 competidores. Si tuviera alma, la pasearía en pena por todo el levante peninsular y el resto del archipiélago propio.

Al tratarse de jugadores muy jóvenes evitaremos calificativos extremos para no herir susceptibilidades ni dañar sensibilidad alguna, pero sus máximas promesas permiten calcular el nivel medio de lo que debería ser la fábrica de futbolistas llamados a alimentar, sino la base, una parte reconocible del primer equipo. Marc Domenech apuntó maneras para competir con Abdón en calidad de tercer delantero, pero regresó a Son Bibiloni para perderse dentro de la mediocridad, por decirlo suavemente, del conjunto. Dani Luna, una inversión de millón y medio, no figura en las alineaciones del colista de Segunda, el Cartagena, único interesado en su cesión. Jan Salas figura en las convocatorias de Arrasate sin haber llamado ni siquiera la atención en el farolillo rojo del Grupo 3 de la equivalente a una tercera división.

La dejadez de los responsables del club en relación a la Ciudad Deportiva y las secciones formativas, compromete claramente la credibilidad del proyecto que la Propiedad afirma alumbrar. Y, dadas las evidentes limitaciones presupuestarias que se acreditan en la política de fichajes aptos para competir en Primera, inducen a pensar en un futuro incierto más cercano a la obtención  de una plusvalía vista a diez años,  enero del 2026, que al asentamiento de una SAD adquirida y gobernada, no lo olvidemos, por un fondo de inversión, cuyo objeto se incluye implícito en su propia definición.