Mallorquines por el mundo

La sociedad mallorquina, fenicia y envidiosa, no venera a sus profetas. Ni los quiere. Cuando Pablo Porta me propuso informalmente incorporarme a su departamento de prensa en la Federación Española de Fútbol o Manuel Martín Ferrand me sugirió desembarcar en una emisora de Antena 3 en la provincia de Barcelona, torcí el gesto por el mismo motivo: siempre me propuse ser lo que fuera y quien fuera en mi propia tierra. Así me quedé.

Pero hablemos de fútbol. Han sido pocos los futbolistas mallorquines que triunfaran aquí y menos aun los entrenadores. Si, los hubo buenos que se afincaron en la Isla, Satur Grech, Juan Carlos Forneris, Antonio Oviedo y otros sí nativos, Enrique Agustí o Andrés Quetglas, que prepararon al Mallorca en categorías menores. Solamente un técnico, de Sa Pobla para más señas, ingresó en la élite y además de ascender a primera división, lo hizo en el mismísimo C.F Barcelona, Real Betis o, en Grecia, en el poderoso AEK de Atenas: Lorenzo Serra Ferrer. Hubo quien se quedó en el intento, Jaume Bauçá, una buena persona.

A la sombra de alguno de los mencionados se promocionaron preparadores físicos del orden de Pau Albertí, Pep Alomar y quienes injustamente se han borrado de mi memoria o permanecen en el fondo de mi tintero. Como auxiliares, Nando Pons quien, además de haber entrenado brevemente en el desaparecido Lluis Sitjar, ejerció de director deportivo, después de Pep Bonet, en lo que podríamos calificar como la década de oro del club actualmente rendido al dólar y en un escalón más alto como ayudante de Gregorio Manzano en la primera división de China.

En tiempo presente ha regresado Toni Amor, como segundo de Javier Aguirre en Rayados de México, y ahora sentado por primera vez en un banquillo de Primera al lado del técnico mexicano. A la lista, seguramente incompleta aunque bien intencionada, se ha añadido un veterano manacorí, Jaume Mut, que va a ejercer fuera de «sa Roqueta», para colaborar con Julio Velázquez en la árdua tarea de salvar del descenso al Alavés, un deseo no compartido por el mallorquinismo ni por razones de paisanaje. Hay que entenderlo. No me dejaré a Albert Riera, ex jugador del Mallorca y vecino de la Ciudad de las Perlas, o eso decían, que anda iniciándose en terrenos del Galatasaray, allí a orillas del Bósforo.