Manifiesta superioridad en Lugo (0-1)

El Mallorca tuvo que echar mano de un penalti meridiano aunque no intencionado para plasmar en el marcador u neta superioridad sobre el Lugo, que nunca dio la impresión de aspirar más que al empate en el mejor de los supuestos. El balón y el territorio fueron siempre del equipo visitante que, sin embargo, volvió a lamentar su olfato de gol a pesar de su fácil tarea de contención y su indiscutible predominio.

ALINEACIONES:

C.D. Lugo.- Cantero (1), Gerard (1), Pita (1), Allende (1), Ruiz (1), Seoane (1), X.Torres (0), Ch. Herrera (0), Borja D. (0), Rodríguez (1), Barreiro (1).

Minuto 58, Campabadal (1) por Borja D,. Minuto 79, Carrillo (-) por Ch. Herrera. Minuto 84, Ch. Ramos (-) por Gerard.

R.Mallorca.- Reina (1), Sastre (1), Russo (1), Raillo (1), Oliván (1), Sedlar (1), S.Sevilla (2), Murilo (1), Cufré (2), Dani R. (1) y Alex Alegría (0).

Minuto 68, Febas (1) por Murilo. Minuto 74, A. Sánchez (-) por Cufré. Minuto 86 Gámez (-) y Galarreta (-) por S.Sevilla y Dani R.

ARBITRO:

Gálvez Rascón (0), del Comité de Madrid. Típico arbitraje de novato, dubitativo y errático en sus decisiones así como muy exagerado con las tarjetas. Mostró un rosario de ellas, diez, en un choque casi de guante blanco. Vieron amarilla los visitantes Sedlar, Febas, Dani Rodríguez y Cufré y los locales Gerard, Ruiz, y dos veces X.Torres y Pita, expulsados en los minutos 86 y 94 respectivamente. En el minuto 54 decretó penalti contra el Lugo a instancias del árbitro de VAR, Vicandi Garrido, por una mano de Pita clara pero no intencionada en una disputa con Murilo dentro del área.

GOL:

Minuto 55, Salva Sevilla al transformar el máximo castigo de tiro fuerte a media altura y por el centro. 0-1

EL GATO Y EL RATON

Cuando un conjunto es mejor que el otro no valen campos propios ni ajenos, sobre todo ahora sin público en las gradas. El Mallorca, pese a sus notables ausencias, se mostró superior a un anfitrión asustado cuya única aspiración desde el pitido inicial fue mejorar su rendimiento defensivo tras haber encajado siete goles en las cuatro primeras jornadas del campeonato. Lo consiguió a duras penas a base de renunciar drásticamente al ataque, entregar la pelota a su adversario y, por qué no decirlo, esperar un milagro divino que no se produjo.

Y eso que los de Luis García Plaza tardaron en encontrar a su guía, Salva Sevilla, que con sin Baba y con su compañero Sedlar dedicado solamente a destruir los escasos intentos locales, tardó en entrar en juego porque, además, el técnico optó por situar a su habitual compañero de fatigas, Dani Rodríguez, como segundo delantero para acompañar a Alex Alegría, un poste plantado en el área enemiga a la caza de algún rebote o globo más como producto de la perseverancia que de la combinación.

Se equivocó Juanfran, el entrenador de casa, al no taponar mejor las bandas. La tardía entrada de Campabadal ya en la segunda parte, propició que Oliván y Cufré, que apuntó muy buenas maneras, convitieran aquella banda en una autopista de coble carril. Con menos éxito lo hacían Sastre, también muy cómodo ante la poca implicación defensiva de Rodríguez, y Murilo en el otro lado. Lo que en realidad funcionaba era la presión adelantada que impedía a los veteranos futbolistas lucenses Pita, Seoane o Gerard, retener el balón en su poder más de treinta segundos en cada acción. Y no es que el Mallorca fuera muy bueno, no, más bien que el Lugo fue muy, pero que muy, malo.

Aun quedaba más de media hora para cambiar de plan, pero mientras desde el banquillo balear se incorporaban centrocampistas de refresco en detrimento de algún atacante para complicar todavía más la falta de ideas de sus adversarios, estos no daban con otra tecla que fiar su suerte al lanzamiento de alguna falta en busca de la cabeza de Barreiro o, finalmente, Carrillo y Ramos, sus torres más elevadas. Solo a primero le llegó una asistencia que peinó ligeramente en la única intervención de Reina a lo largo de toda la mañana.

El ganador no fue bueno, no; pero si mucho mejor. Nada que objetar al resultado.