Más cantidad, menos calidad

Apostar por la cantidad en detrimento de la calidad nunca ha sido bueno para el fútbol. Crecí con 16 equipos en primera división, aunque hasta 1948 eran catorce los participantes. La década de 70 se abrió con un aumento a 18, que pasaron a 20 a finales de los 80. En el verano de 1995 se produjo el esperpento del descenso administrativo del Sevilla y el Celta por el incumplimiento de efectuar un depósito del 5% como aval económico que había impuesto la Liga de Fútbol Profesional, pero la reacción social en ambas ciudades provocó una rectificación y durante dos campañas compitieron en Primera 22 equipos. Disputadas ambas, el «marrón» se pasó a Segunda, bajaron cuatro y desde entonces esos son los integrantes de la liga de plata. Ya la ruina del invento de la primera, segunda y tercera federación perpetrada por el señor Rubiales, oráculo de la Federación Española, la dejaremos para otro día.

La UEFA y la FIFA han seguido el mismo camino. En su insaciable afán recaudatorio, han impregnado el calendario de clubs y de selecciones, de cuantas competiciones se les han pasado por la cabeza, si la tuvieran, abriendo la inscripción a equipos de categorías y países no competitivos que, con el paso del tiempo, no solo no han contribuido a mejorar el espectáculo, cada día peor, sino que rebajan la calidad de los carteles y a falta de espectadores sobreviven a base de derechos audiovisuales abonados por emisoras, productoras y plataformas de televisión que solo rentabilizan sus inversiones con las grandes transmisiones, terreno abonado para invasoras de las competiciones domésticas a modo de la Superliga.

Por si no bastara con la Intertotto, la Conference League, el Mundialito de clubs, la Liga de las Naciones y otras chorradas varias, se anuncia un Mundial 2026 con una fase final ampliada, no limitada, a 9 grupos de 4 selecciones= ¡36!. Todo sobre un calendario ya de por si sobrecargado que ejerce un evidente empobrecimiento del juego, eleva las dificultades económicas de las sociedades y atenta contra el estado físico de los protagonistas, es decir los futbolistas.

Un vistazo al mapa a través de la lupa del tiempo refleja que nada de esto ha sido para bien, sino todo lo contrario. Salvo para ciertas arcas, tesorerías y bolsillos.