Más dura será la caída

Hace solamente dos años el Deportivo se jugaba en Palma su ascenso a primera división. Lo tenía de cara tras vencer al Mallorca 2-0 en el partido de ida de la eliminatoria decisiva del play off después de haber batido al Málaga en el primer asalto. Lo que ocurrió en aquellos momentos aun perdura en la memoria de todos, pero lo grave es lo que ha ocurrido desde entonces.

Los andaluces gimotean en Segunda, presos de un concurso de acreedores instado a raíz de la gestión de un millonario árabe menos rico de lo que decía. Se mantuvo a duras penas en la categoría con el límite salarial más bajo de la categoría y trata de resurgir de sus propias cenizas  con la esperanza puesta en uno de esos fondos de inversión que nunca se sabe si te ofrecen un salvavidas o una argolla de plomo.

Lo del histórico club de A Coruña es peor. Al contrario de la meteórica carrera bermellona, pese a descensos y ascensos, su caída ha sido vertiginosa. Dio con sus huesos en Segunda B y como por arte de magia ha conseguido no salir de ella para empezar la temporada como competidor en la Primera RFEF de Rubiales. El signo de su decadencia se refleja en el tradicional Trofeo Teresa Herrera, el torneo veraniego por excelencia, junto al gaditano Ramón de Carranza, que ahora se dispone a recibir como equipo invitado nada menos que a la Ponferradina en partido único. ¡Que venga dios y lo vea!.

Es un hecho que estas grandes citas futbolísticas que llenaron los estadios durante el mes de agosto han quedado reducidas a encuentros testimoniales ante la indiferencia del público y los ayuntamientos, que fueron sus principales patrocinadores. Algo que tiene mucho que ver con el evidente descenso del espectáculo que busca nuevos horizontes entre culturas ajenas y futbolísticamente incipientes de las que espera conseguir soporte económico para un negocio que ya no admite sus viejos usos y, sobre todo, sus ancestrales trucos.