Más que tres puntos en juego

No cabe la menor duda de que la UD Levante paga muy caro una nefasta gestión. No tiene tan mal equipo como pregona su clasificación que presagia inminente desahucio. Una plantilla con jugadores de peso que manejaba con mano diestra Paco López, víctima de una sustitución tan injusta como precipitada que quizás andaba justita en defensa pero no tanto como para justificar el cese de su técnico y menos aún, su alocado relevo por hombres sin experiencia en la liga española ni tampoco en el fútbol de élite. Un debe imputable a su joven presidente Francisco Javier Catalán, lugarteniente de Javier Tebas en la LFP, tras doce años al frente del club representativo de la valenciana barriada de Orriols.

El triple cambio en el banquillo ha creado un  absoluto caos que desembocó tras su abultada derrota en Villarreal en un serio enfrentamiento entre jugadores y aficionados seguramente aleccionados en dirección contraria al problema original. Los aficionados muestran tendencia a explicar las derrotas con una presunta falta de interés, intensidad o, peor aún, de profesionalidad de los futbolistas, un análisis demasiado simplista. Su situación me recuerda a la de aquel Mallorca que, en parecidas circunstancias y con la competición más avanzada, iba a disputar un partido en Soria contra el Numancia y en la rueda de prensa previa Héctor Cúper, sincero como siempre, declaró: «no podemos pensar ya mucho en la permanencia ni mirar la clasificación, solo nos queda ganar un partido por nuestro propio orgullo». Y el hecho es que lo ganaron e incluso se salvaron, aunque esa es otra historia. Pero quizás sea eso lo que ahora mismo le queda al Levante no para salvarse, sino por su autoestima.

Quizás sea eso  lo más peligroso. A veces los equipos que se quitan la presión se redescubren a si mismos, aunque Luis Aragonés, otro mito, recordaba que la presión se la tiene que poner uno mismo. Y el Mallorca no está para tonterías,. digamoslo así. A las habituales bajas de Greif y Raillo, se unen las de Kang-in Lee y Angel, además de los ausentes Baba y Dani Rodríguez como contraste a la recuperación de Valjent, Take Kubo y Hoppe.

Arbitra Figueroa Vázquez, el sevillano que por tercera vez esta temporada pitará al Mallorca en un desplazamiento. En San Mamés (2-0) y en Vallecas (3-1), sin ninguna influencia en ambos marcadores. No es un colegiado top, pero en general bastante correcto y poco amigo de polémicas.