Milongas

Puede que termine siendo reiterativo y excesivamente insistente, pero el discurso victimista de Maheta Molango, omnipresente ante los medios cuando los resultados son buenos y escondido en casos de empate o derrota, ya cansa a una gran parte del mallorquinismo.

Esta permanente referencia al «hay que valorar de dónde venimos» se desmorona por si sola al recordar que nunca se planteó a dónde vamos o íbamos, al descender a Segunda B. Dicho de otro modo, el equipo viene de donde él lo metió.

El mérito de Vicente Moreno, que lo tiene, no supera la gesta de Antonio Oviedo Saldaña, ni la gestión del CEO las de Miquel Contestí o Mateu Alemany.

Desde el primer ascenso a primera división en 1960, al Mallorca se le ha exigido militar en esta categoría. Su objetivo en Segunda nunca fue solo la permanencia, como no lo debería ser ahora por mucho que el abogado suizo la quiera vender como un hito. Disputar el play off es lo mínimo a lo que hay que aspirar, como en tiempos pasados el listón no bajaba de los puestos que daban derecho a subir, fueran los dos o los tres primeros. Todo lo demás, milongas.