Con la excusa de la tele

Llámenme anticuado, incluso retrógrado, pero en el litigio que mantienen la RFEF y la LFP por el control de los horarios y días de los partidos de primera y segunda división se deslizan enormes patrañas.

No estoy en la piel del juez Sánchez Magro, que sentenciará entre el viernes y el lunes, presionado hasta el infinito por presidentes de clubs aferrados al argumento del dinero que dejarían de percibir y que, según ellos, les permite salvar sus balances. Pero, en primer lugar, lo que se discute no es la consecuencia de las fechas y horas propuestas por una u otra institución, sino cuál de ellas es competente en el asunto.

Es una falacia más de la patronal pretender que sin los contratos de televisión gestionados por la Liga no pueden sacar adelanta sus presupuestos o, según palabras del presidente del Villarreal a El Pais, tendrían que subir los precios de los abonos hasta hacerlos inasumibles para los espectadores. Naturalmente se guardan la mala administración de sus empresas que no solo pasan de puntillas por la imprescindible regulación del mercado de futbolistas, sino que añaden a su malversación salarios supermillonarios para sus ejecutivos e hipermillonarios para los directores deportivos. Sueldos que no se pagan ni a primerísimos ejecutivos de grandes multinacionales.

Lo que tampoco dicen es que fueron obligados a reconvertirse en sociedades anónimas deportivas precisamente por el descontrol de sus cuentas que llevaron a casi todos al borde la quiebra. Se salvaron por el Plan de Saneamiento o, lo que es lo mismo, por el salvavidas del estado. Pero siguieron gastando lo que no tenían, muchos se quemaron en el fuego prendido por ellos mismos sin opciones de reconstrucción, otros bordearon su desaparición, rescatados por el súbito interés de fondos de inversión internacionales. Roig y sus colegas soslayan que, pese al dinero de la televisión y la evidente desigualdad de su reparto, equipos como el Valencia, el Espanyol y el Granada se sostienen con capital chino, el Mallorca, americano, el Almería y el Málaga, árabe. ¿Qué pasará el día que estalle la burbuja?.

Esto es lo aflora por encima de la línea de flotación, pero no lo que hay debajo. Casi todo caracolillo, algas, herrumbre y grietas. Hagan lo que quieran con los horarios, desprecien al espectador que, si, solamente cubre el 3 o el 4 por ciento de los ingresos económicos sin percibir a cambio ni tan solo una caricia por el 100 por cien de su imprescindible aportación sentimental, anímica y social.