Un jugador decisivo

En la temporada 1962-63, el Mallorca fichó al suplente de Di Stéfano en el Real Madrid. Eran otros tiempos. Se llamaba Pepillo y era un delantero dentro de extraordinaria clase ensombrecido por la gigantesca figura de la «Saeta Rubia». Jugó dos temporadas en Palma con un balance de 11 goles en la de su debut, en Primera, y 14 a la siguiente, ya en Segunda. Los técnicos decían de él que tenía la capacidad de marcar cuando un partido estaba atascado, de resolver un encuentro en acción individual y aislada. Una virtud al alcance de pocos.

En la centenaria historia del club decano ha habido alguno así. Tal vez Etoo el de más reciente recuerdo. Pero ahora hay otro: Lago Jr.

Algunos entrenadores me han dicho que no es lo mismo marcar el primer gol para tu equipo que el segundo o los siguientes y el de Costa de Marfil ha abierto la cuenta de sus colores en cinco de las ocho ocasiones en que ha marcado o, lo que es igual, en más de la mitad de las nueve dianas que ha sumado a lo largo de la primera vuelta de la presente temporada. En tres de ellas su contribución no fue suficiente para ganar: Albacete (1-3), Las Palmas (2-2) y en la visitas al Oviedo (1-1) y Zaragoza (2-2). En otras, Tenerife (2-0). Córdoba (3-0) y en Reus (0-2), el resultado ya estaba encarrilado, pero el sábado ante el Deportivo cambió el signo de un marcador que parecía destinado al inmovilismo.

Lago Junior Wakalibille es, a sus 28 años, uno de los futbolistas más desequilibrantes de la categoría. Puede pasar inadvertido o no durante muchos minutos, pero de repente brota como una aparición vital para sus compañeros y mortal para sus contrincantes. Es un valor en alza y junto con el veterano Salva Sevilla una pieza difícil de sustituir en el Mallorca de Vicente Moreno, como lo fueron Emaná y Naranjo durante su etapa en el Gimnastic.