Ni empatía, ni simpatía, ni caballerosidad
Lo que vamos a contar puede parecer circunstancial a alguno de los lectores de esta página diaria, incluso escasamente relevante, sin embargo refleja un modo de operar y una forma de pensar que confirma lo lejos que está del mallorquinismo e incluso de la sociedad, este Real Mallorca a la americana basado en la indiferencia local hacia la SAD y el exclusivo interés especulativo de sus dueños cual corresponde a su actividad profesional.
Siendo director de la ciudad deportiva de Athletic en Lezama, Andoni Zubizarreta afirmaba que lo más importante de un club de fútbol y, a su vez, lo más complicado, es encontrar a esos padres, familiares o simples aficionados que se dedican a ejecutar las necesidades más básicas de los equipos de base perdiendo casi siempre mucho tiempo y algo de dinero. Ignoro cuántos de ellos hay en Son Bibiloni desde los juveniles a los de fútbol 7, pasando por cadetes, infantilos, benjamines y alevines, pero lo que si sé es que sin percibir un solo euro utilizan sus propios vehículos para acompañar a los chavales, les llevan y recogen el equipaje deportivo, se encargan de lavarlo y, por descontado, no faltan a entrenamientos y partidos desplazándose donde sea necesario.
Llegada la Navidad, tal vez Andy Kohlberg y sus compañeros de aventura son más de «Acción de Gracias» o el «4 de julio» que de las fiestas de Adviento, he sabido que los sacrificados delegados del fútbol formativo mallorquinista, no solo no han sido invitados a la comida navideña de todo el personal, sino que el CEO, alias Alfonso el Magnánimo, considera que no deben asistir, ni siquiera recibir una botella de vino, un simple detalle, porque «no son del club».
El hombre que accedió a su cargo de director financiero después de cavar bajo los pies de Maheta Molango, lo que quizás hasta habría que agradecer, y del que en su entorno aseguran que tiene cocodrilos en los bolsillos, hace poco denegó a la Asociación de Veteranos la cesión de uno de los salones de Son Moix donde cada año celebran su almuerzo anual quienes alguna vez han vestido la camiseta bermellona. Solo debido a la presión social desatada en las redes y otros medios le movió a cambiar de opinión después de haberles sugerido que llegaran a un acuerdo con el «Presuntuoso», la concesión instalada en el fondo norte del estadio.
Es posible que el presidente desconozca tales decisiones. O no. Son las que, entre otras, mantienen la falta de empatía entre el club y la afición, equipo aparte, y el evidente desapego social que no ha mejorado en siete años por muchas reformas que nos vendan del Multiusos municipal que ocupan o subvenciones institucionales en busca de votos a cambio de que el recinto se llame como se llama: «Mallorca» y no «Arizona».