No había VAR, pero si público

Casualmente tropecé ayer con un Mallorca-Barça de la temporada 2006-07. Ganaron los locales en el último minuto o, bueno, un poco antes pero no mucho. Joan Laporta compartía palco con Vicenç Grande, en un banquillo estaba Rijkaard y en el otro Gregorio Manzano. Sobre el césped: Puyol, Xavi, Messi, Deco, Iniesta, Etoo……¡ufff! qué miedo, pero también un joven Miguel Angel Moyá, Nunes, Fernando Navarro, Pereira, Jonás Gutiérrez, Ibagaza, Arango, etc. Y no había var, pero si público.

Antes del gol blaugrana el balón va a la mano de un defensor mallorquinista. El árbitro ni se inmuta. Hoy se abría señalado penalti. De ahí la reflexión. Cuando no se aplica el reglamento especificado, sobran explicaciones. La base de la intervención del árbitro de vídeo (que no tendría que ser otro colega ni para bien ni para mal), dicta que solo se ha de producir para rectificar un «error claro y flagrante del colegiado. ¡Mentira!. El pinganillo funciona  desde la cabina para «revisar» acciones que, de ningún modo, constituirían equivocaciones evidentes, sino más bien para «espérate hermano que no sé si he visto algo que pudiera ser………». Lo mismo podríamos señalar en relación a las posiciones de fuera de juego, «siempre que cualquier parte del cuerpo con la que se pueda rematar, esté por delante del último defensor», pues en realidad se marcan por un brazo o un codo adelantado y, que yo sepa, no se puede rematar a gol ni con una cosa ni con la otra.

Particularmente el VAR me parece una excepcional aportación, pero siempre que atienda a sus propias normas y no se convierta en un diálogo de interpretaciones, a veces eterno, entre la cabina y el campo.