No hay alegría ni subvención en casa del pobre

Observo que un reducto del mallorquinismo latente protesta o quizás debería decir simplemente opina, que la subvención finalista del Ajuntament de Palma al Atlético Baleares cuantificada en 500.000 euros para la instalación de la iluminación artificial y el cesped de hierba natural constituye un trato de favor que el Mallorca no recibe. Nada más lejos de la realidad. No estoy a favor de que ninguna institución riegue con dinero público, es decir de todos, a sociedades anónimas privadas con ánimo de lucro cual es el caso de ambos clubs rivales, pero ninguna queja puede salir del entorno de Son Moix pues la sola cesión del estadio por cinco décadas a cambio de un palco y la cesión de uso durante dos semanas al año, suena a broma. Por si fuera poco, los todavía inquilinos de Cort han anunciado por activa y pasiva la adquisición de los tìtulo de propiedad que la empresa de Robert Sarver ostenta sobre el viejo Lluis Sitjar a un precio que discuten el resto de propietarios, pero que los americanos han aceptado hace tiempo. Ninguna corporación hizo lo mismo con el Estadio Balear.

Otra cosa sería y a ellos si les doy la razón, que se quejaran otros clubs palmesanos que más que ánimo de lucro tienen vocación de servicio aun perdiendo dinero. At. Rafal, Santa Catalina, Atlético, Son Oliva, Collerense, Rotlet, La Salle, Cide,  y otros -perdón por los que no nombro- por no hacer referencia de las mismísimas instalaciones municipales que agradecerían cuando menos un lavado de cara que en ciertos campos precisan urgentemente tanto por los terrenos de juego a la vista, como sus estructuras internas. Demasiadas voces advirtiendo la paja en ojo ajeno y muy pocas contemplándose al espejo.