Nunca es tarde

El Mallorca se ha ganado su derecho a luchar por su permanencia en primera división después de alcanzar su primera victoria como visitante ante un rival directo, el Eibar, al que superó en todas las facetas del juego, con una férrea y poblada defensa y el despliegue de Lumor, Dani Rodríguez y Kubo en la contra. Los locales, desarbolados, maquillaron la humillante derrota con un gol de Bigas en los minutos de prolongación y con el lance totalmente sentenciado.

ALINEACIONES:

S.D. Eibar.- Dimitrovic (1), Arbilla (1), Oliveira (1), Bigas (1), Cote (2), Diop (0), Cristóforo (1), Pedro León (0), Orellana (0), Charles (0) y Sergi Enrich (1).

Minuto 56, Expósito (0) y De Blasis (0) por Diop y Pedro León. Minuto 75, Escalante (-) por Cristóforo.

R.Mallorca.- Reina (1), Pozo (2), Valjent (2), Sedlar (1), Raillo (1), Lumor (2), Baba (1), Dani Rodríguez (3), Kubo (3), «Cucho» (2) y Budimir (1).

Minuto 71, Lago Jr. (1) por Budimir. Minuto 81, Ki (-) por Kubo. Minuto 84, Chavarría (-) por «Cucho».

ARBITRO:

Estrada Fernández (2) del Comité de Cataluña. Sin el menor error manifiesto, mantuvo la calma en todo momento. Mostró tarjetas amarillas a Oliveira, Cote, Charles y Sergi Enrich, del Eibar y a Dani Rodríguez, Raillo y Reina, del Mallorca. En una trifulca al final del encuentro tras el gol de Bigas, amonestó al portero suplente local, Yoel.

GOLES:

Minuto 42, libre directo en el vértice del área por derribo a Kubo. Tira Dani Rodríguez cruzando a media altura al palo largo, Arbilla pone la cabeza sin tocar el balón, pero despista a Dimitrovic. 0-1

Minuto 77, Kubo controla al borde del área y chuta raso y fuerte, el balón roza a Bigas y se cuela pegado a la base del poste. 0-2

Minuto 91, centro de Orellana desde la derecha que Bigas, solo, cabecea a placer. 1-2

COMENTARIO:

  El cómico aragonés Paco Martínez Soria protagonizó a principios de la segunda mitad del siglo pasado una película titulada “Este muerto es un vivo” y el Mallorca no sé si lo es, pero lo está gracias a su más que merecido triunfo sobre el Eibar, -que ya me pareció malo en el partido inaugural de la liga en Son Moix-, al que igualó en intensidad pero ganó en velocidad, anticipación, seguridad defensiva, contraataque y dibujo.
  Vicente Moreno había estudiado atentamente el juego primitivo que practican los de Mendilibar, el único entrenador al que he escuchado reconocer su responsabilidad en la derrota después de perder en Palma cuando entrenaba al Real Valladolid. Ayer debió entonar otro mea culpa porque la defensa de cinco, con tres centrales para tapar a los dos “tanques” locales, Enrich y Charles, y dos laterales que pararon los inútiles caracoleos de Orellana y Pedro León desde las bandas, ambos perezosos en el repliegue, redujo los temblores de Reina a una falta directa estrellada en el larguero antes de que se moviera el marcador y al gol del mallorquín Pedro Bigas cuando el árbitro prácticamente había cerrado y firmado el acta.
  Con Salva Sevilla sancionado y de los pies de Dani Rodríguez, el balón circuló más rápido entre los baleares. Por eso y porque Take Kubo y el “Cucho” Hernández se bastan solos para complicar la tarea a defensores tan blandos como los del Betis o el conjunto armero. Aun así el primer gol tuvo que llegar a balón parado, naturalmente del todo terreno de Betanzos, para rematar la faena después al abrir la trampa del contragolpe facilitado por los espacios que un seguro perdedor deja libres en su desesperación.
  En los apuntes de este primera victoria en campo ajeno, ya era hora, cabe junto a los grandes señalados en el párrafo anterior, Lumor, si bien me queda la duda de pensar si habría sido lo mismo en caso de que el mencionado Orellana se hubiera cambiado de banda, ardid que ni siquiera se intentó. Pura especulación cuando el campeonato entra en su fase decisiva y ni siquiera cuenta el buen juego, sino solamente el resultado. En el mismo terreno de las reflexiones inservibles nos preguntamos si las soluciones aplicadas en Ipurua pudieron experimentarse antes tanto en el tiempo como en la forma. Pero de eso ya se hablará cuando baje el telón.