Partido a partido

Limitar la euforia es tan necesario como excitar la motivación. El Mallorca ha solventado con sendos triunfos dos compromisos de nivel medio alto contra la Real Sociedad y el Real Betis respectivamente. Los once puntos que ostenta en la clasificación representan, como bien afirma Luis García Plaza bien conocido por estos lares y ahora en el Alavés, una cuarta parte de la permanencia.

Pero ahora llegan dos salidas consecutivas a campos de batalla menos peliagudos cuya simple apariencia sugiere erróneamente la obligación de resultados gemelos a los obtenidos en el par de jornadas precedentes y esto, créanlo, no funciona así. La modestia de cualquier equipo de menor perfil que los precedentes viaja en paralelo a su mayor espíritu de lucha, entrega y solidaridad.

Se equivocan quienes piensen que por haber ganado a este dúo de competidores europeos, el Nuevo Zorrilla y Cornellá el Prat serán plazas más sencillas de conquistar. Todo lo contrario. Seguro que Jagoba Arrasate, el técnico mallorquinista, trabaja para contrarestar el exceso de confianza sin perder un ápice de la misma. En fútbol las alegrías son más efímeras que los disgustos y tal como se configura el calendario no duran ni siquiera una semana, sino tan solo unos pocos días.

Hace una semana compartí un sencillo almuerzo con un hombre de fútbol y saga de profesionales del balón de probados conocimientos. «Cuando iba, de niño, al Lluis Sitjar, aprendí muy pronto que si el Mallorca ganaba 1 a 0, se coreaba el nombre de algunos jugadores o el entrenador, pero en cuanto se perdía 0 a 1, los mismos que habían sido vitoreados se convertían en hijos de mala madre». Por decirlo finamente, añadí.

Partido a partido dice Simeone, aunque primero lo hizo Héctor Cúper. Las cosas cómo son y si no son, pues no son.