Plaza, nuevo en la plaza

Habrá que darle cien días de gracia, como a todo hijo de vecino, por lo que evitaremos todo comentario favorable o contrario al fichaje de Luis García Plaza como entrenador del Mallorca. Otra cosa es que enamore y la verdad es que no encandila a una afición más acostumbrada al sacrificio que al sufrimiento y cuyas reacciones siempre han importado muy poco o casi nada a los dueños del club. Una culpa con la que también cargó Maheta Molango en solitario aunque se supone que Sarver, Kohlberg, Nash, Martino y Le Saux pensaban que pagar los platos rotos estaba en su sueldo.

El fichaje, con papelón para Iraola en el interín, se había apalabrado, sino firmado, desde mucho antes de que se emitiera el culebrón de Vicente Moreno, quien sabía perfectamente le existencia del doble contrato y de ahí su reticencia a pagar por la rescisión del suyo. Ahora que ya hay entrenador, de la cuerda del director de fútbol Pablo Ortells, vamos a ver cómo se planifica una temporada aun por terminar y que no solamente se ignora cuándo lo va a hacer, sino que tampoco  en qué fecha va a empezar la siguiente si es que lo hace.

Al margen de la planificación es vital fijar los objetivos. El Mallorca no puede enfocar su permanencia en segunda división como una simple página más en el transcurso de su centenaria historia aun siendo cierto que es la categoría en la que ha permanecido más tiempo. Su obligación es luchar claramente por el ascenso desde el principio, aunque también lo es que no solo el equipo o el cuadro técnico, sino toda su estructura responda a las exigencias de tal ambición y eso, desgraciadamente, aún está por ver.