Reformas que nada cambian

Elegir entre Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol o Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, equivale a decidir entre el arroz pasado o crudo. No es fácil entender cómo los clubs modestos, técnicos, jugadores y árbitros votan al primero, ni como las sociedades anónimas deportivas escogen al segundo. Entre sus cacicadas prioriza la de oponerse sistemáticamente a lo que propone el otro lo que, dadas determinadas propuestas, habría que rechazar desde su propio enunciado.

LR pretende descubrir la pólvora al anunciar un nuevo departamento para la designación de los árbitros constituido por tres colegiados retirados, un representante de los entrenadores y otro de los futbolistas para sustituir al trío que se encarga de ello actualmente, además un comité distinto para nombrar a los trencillas del VOR. Es decir, una reforma simplemente estética.

JT ha montado en cólera, cual le corresponde y ha negado la mayor, aunque tampoco replica con algo mejor, más allá de su apoyo a la instauración de un CTA independiente.

Si quisieran cambiar de verdad el colectivo arbitral, además de su independencia y la creación de un cuerpo especial de VAR, deberían comenzar por la base y  no por el tejado. En primer lugar el presidente del Comité Nacional de Arbitros, y eso también vale para los territoriales, tendría que ser elegido por sus miembros mediante sufragio y no por designación caprichosa del presidente federativo de turno. Los criterios para su ascenso o descenso de categoría han de ser públicos y perfectamente plasmados reglamentariamente, lejos de empatías o simpatías y compromisos políticos o autonómicos. Sus calificaciones, igual que sus sanciones si las hubiera, deberían ser conocidas y facilitadas semanalmente a los medios para el conocimiento general de los profesionales y aficionados. En resumen y para no prolongar la exposición, transparencia y democracia de principio a fin y en todas las etapas de su actividad.