Separación de poderes
Tal y como ha evolucionado el deporte en general y el fútbol en particular, cada vez tiene menor sentido su vínculo obligatorio al amparo de lo que entendemos como una federación deportiva.
Desde la constitución de la Liga de Fútbol Profesional a partir de la conversión de los clubs en sociedades anónimas deportivas, obligatoria incluso para aquellos que ascienden a segunda división, en la que convergen por una extraña, antigua y no revocada decisión, el Real Madrid, el Barça, el Athletic y el Osasuna, su confrontación con la Federación Española, iniciada contra Angel Villar y recrudecida con Luis Rubiales, sugiere plantear algunas normas obsoletas.
El caso Negreira y las más recientes y calamitosas actuaciones arbitrales, han llevado a la asociación de clubs que preside Javier Tebas a convocar una Asamblea para debatir la opción de separar el Comité Técnico de Arbitros de la tutela federativa, una decisión que los propios colegiados deberían haber exigido hace tiempo.
Pero lo mismo podríamos decir del Colegio de Entrenadores, capaz de emitir sus títulos, organizar las materias necesarias para sus cursos y determinar los requisitos precisos de acuerdo con los conocimientos técnicos y físicos que también se requieren para otras actividades. Ya, si me apuran, las licencias de los futbolistas deberían ser emitidas por el club que les contrate, bajo su responsabilidad y supervisión médica. Ningún agente externo decide si un individuo ha de jugar o no. Si es bueno, por eso y si es malo ya se apañará quien le fiche.
La autorización federativa, que en suma esto es una ficha es sencillamente una herramienta de control propia de dictaduras y la clave para establecer unos mecanismos recaudatorios de poder en torno a un tutela innecesaria y la percepción de unas contraprestaciones económicas que, en el peor de los casos, ya se encarga de vigilar la Agencia Tributaria tantro respecto a las SAD como a los propios profesionales del balón o esclavos de oro, como alguien los bautizó.
Tal vez el negocio por cuyo camino transcurre este deporte de masas debería haber empezado por cambiar estas cosas de pura lógica.