Tebas quiere cambiar las reglas

El presidente de la Liga de Fútbol Profesional y valedor del desembarco de Robert Sarver en el Mallorca, Javier Tebas, el llamado inquisidor de los amaños, tiene esta semana motivos para preguntarse por qué los apostantes no pujaban por la victoria del Sevilla contra el Granada en el Sánchez Pizjoán (1-4).
No contento con su errática trayectoria al frente de la empresarial donde, amparado bajo la máscara de un Robin Hood defensor de los pobres, esconde su lealtad perruna al Real Madrid y el Barça, ahora pretende cambiar las reglas del juego para favorecer, cómo no, a los más poderosos de manera digamos que un tanto irregular.
Al parecer pretende imponer a los clubs la forma en que cuiden el cesped de sus estadios, de manera que se prohiba el corte alto y el escenario sea siempre de corte horizontal y no más de nueve rayas. Y menos mal que no dice nada de las medidas, pues estrechar o acortar el terreno de juego unos centímetros, regar más o menos y dejar la hierba más alta que corta, ha sido y son armas que utilizan los modestos para poder contrarestar la superioridad de los ricos, ya que no puede competir con ellos en las ventanillas de los bancos.
Por si fuera poco, quiere exigir que las gradas estén siempre llenas, lo que implica un desprecio total a la soberanía del público, muy libre de decidir si acude al estadio o no en función del espectáculo que se le ofrece. Vamos, que pretende sancionar a quienes no cumplan con el precepto. Pues bien, lo tiene muy fácil, que compre él las localidades no vendidas y se las regale a quien quiera o, mejor aún, que pinte espectadores de pega en los asientos.