Tiburones de agua dulce

Habrán leido, o no, que El Mundo va a demandar al presidente de la Federación Española de Fútbol, alias el medallero, por encargar a un detective privado el seguimiento de un redactor de este periódico. El digital El Confidencial anuncia a su vez que hará lo propio al entender que Luis Rubiales presentó contra ellos la misma querella en dos juzgados diferentes. Todo tiene que ver con la publicación de los llamados «Supercopa Files», los archivos donde se recogían las conversaciones con Piqué para la organización de la misma en Arabia Saudí.

Entre medalla y medalla, el exjugador del Levante, entre otros, terminará por pasar más tiempo en los Tribunales ya sea como demandante o demandado. Siempre habrá tiempo para una escapada a Mallorca para agradecer los servicios prestados, es decir los que han recibido Miguel Bestard y Pep Sansó con sus nombramientos para distintos cargos en la sede de las Rozas donde, por cierto, el presidente de la Balear recientemente dimitido no ha aclarado si conservará sillón de vicepresidente. Nadie está para perderse viajes con todos los gastos pagados.

El hecho de que tanto maremágnum se halle en medio de la guerra abierta que mantienen Rubiales y Javier Tebas, me niego a aceptar que los contendientes sean sus respectivas instituciones, no conculca ninguno de los supuestos que aquí se exponen y que dirimirá la Justicia, aunque por mucho menos y sin ánimo de prejuzgar nada ni a nadie, han saltado otros goznes. Si tuviera que elegir, votaría en blanco. O en negro.

Ahora bien, las asambleas deberían servir para corregir determinados rumbos, no para asentir siempre. En el fondo nos complace que el fútbol balear genere tantos ingresos como para que su nuevo primer ejecutivo perciba un salario de 100.000 euros anuales. Lo que ignoro es si los curritos de abajo cobran en la misma proporción.